¿En qué podemos creer?

¿En qué podemos creer?

No se sabe en qué creer en el caso del asesinado del presidente Moïse

Diariamente podemos sorprendernos de las cosas que acontecen en nuestra Hispaniola. La falta de institucionalidad siempre es el denominador común.

La misma hace que no sean creíbles muchos esfuerzos serios que se hacen, que no se puedan comprender decisiones que se toman y que no se pierda la credibilidad en las acciones que se emprenden.

A veces la improvisación sustituye los procesos adecuados y nos volvemos creativos, tan creativos, que solo cuando estamos entre las patas de los caballos solemos reaccionar con más inventos, o con evasivas, o con decisiones impulsivas e incorrectas o con manipulaciones en los medios, o jugando al olvido, pretendiendo que la gente sigue siendo tonta y que cualquier ¨información¨ sería aceptada como creíble y correcta por la comunidad.

Ciertamente que muchas veces prima el deseo de castigo o el morbo vengativo sobre todo en los casos de corrupción o de crímenes que están a la vista de todos. Voy a citar dos casos que aun están en proceso de conocimiento de causa: a) El asesinato del presidente de Haití, b) la participación de la prensa en el caso Operación Medusa.

El asesinato del presidente de Haití ocurrido la semana pasada es un caso totalmente repudiado por todo el mundo, los haitianos, los dominicanos, la comunidad internacional. Sin embargo la acción de la policía haitiana fue tan rápida y tan ¨eficiente¨ para la captura de tanta gente en tan poco tiempo y las versiones dadas fueron tantas, que sencillamente se perdió la credibilidad. Credibilidad que siempre ha estado en entredicho en una comunidad tan caótica y disfuncional como se entiende se proyecta la sociedad de Haití. ¿Quién podría creer ahora en cualquier versión, aunque sea la correcta sobre este asesinato?

Toda la información circunstancial agregada: el involucramiento de exmilitares colombianos, ¨la aparición de cuatro placas de vehículos con matrícula dominicana¨, la captura de un supuesto autor intelectual, la nota de voz de la exprimera dama herida de bala, que se entendía grave pero estable y que se comunica desde Estados Unidos sin ningún tipo de dolor por las heridas de bala. Todo esto sugiere la alta probabilidad de información falsa o manipulada o de la existencia de un plan ejecutado a la perfección.

Un plan donde habrá tanta gente involucrada que la credibilidad institucional de Haití que no existía ya antes del suceso queda más en entredicho. Un plan que a nuestro entender incluyó hasta el último detalle, es decir, hasta la captura de los supuestos responsables del hecho. Como se nota, uno no sabe en qué creer en este caso del asesinado del presidente de Haití.

Pero si nos quedamos en República Dominicana y cambiamos al segundo tema que aun se encuentra en proceso, también surgen inquietudes, y es el caso de la ya famosa Operación Medusa que ayer terminó con el proceso de escuchar las partes y hoy en la tarde se entiende el juez comunicará sus conclusiones.

Un hecho particular en la audiencia de coerción de ayer es que el juez permitió la entrada de la prensa cuando el imputado y exprocurador general de la República iba a agotar su defensa personal y sin embargo, no hizo lo mismo cuando el Ministerio Público presentó las imputaciones.

Con este hecho flotan inquietudes y cuestionamientos respecto a la igualdad entre las partes, al procedimiento correcto y los permitidos y a la misma imagen del Poder Judicial del país ante estas ¨excepciones o improvisaciones¨.

A veces los errores procesales traen como consecuencia situaciones que no son corregibles, como es el caso del vencimiento de fechas clave del proceso. Si nos fijamos en estos dos casos es totalmente aplicable la pregunta: ¿En qué podemos creer?

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