Hierbas que arropan las tumbas y un sendero de hoyos y piedras que dificultan el paso es lo que se percibe a lo lejos en el cementerio de la comunidad, La Piña, ubicada en Los Alcarrizos.
Pero al tratar de cerca la situación de las personas que tienen parientes sepultados en el lugar, la circunstancia es calificada de «terrible» por Marleny Ferreras, quien sepultó a su padre en el panteón hace seis años y ha tomado la decisión de no visitarlo más.
Ferreras, contó en una entrevista a este medio que el Día de los Padres fue su última visita y mientras el lugar permanezca en esas condiciones no volverá, «es que no se puede, ahí no hay forma de como entrar y más para mujeres solas», dijo refiriéndose a la inseguridad del sitio.
Las denuncias de robos y actos vandálicos son comunes entre quienes se atreven a frecuentar el lugar, relata Ferreras. La falta de iluminación y la escasa presencia policial contribuyen a que el cementerio se convierta en un espacio propicio para actividades delictivas.
«Al tener muchas hierbas, cualquiera se puede esconder», mencionó.
Ferreras externó que su familia no ha sido víctima de hurtos porque van en grupos “es que ahí una sola persona no puede entrar”, “eso es un monte perdido”, aseguró.
En estado crítico
Las tumbas con mejor suerte están casi ocultas entre la maleza que crece sin control, las demás se encuentran descubiertas con sus lápidas robadas.
“Eso parece una finca, pero una finca abandonada”, dice Marlenys en medio de la impotencia.
Los caminos que antes permitían acceso, ahora son apenas visibles, cubiertos por una alfombra de hierbas altas.
«Por lo menos a lo primero se veía cuando había un muerto, se veía a dónde tu ibas a pisar, pero ahora no se ve nada», dijo Marlenys.
«Aunque el familiar quiera ir a veces se le hace imposible», acotó.
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Una promesa de años
Este medio ha sido el difusor de la lucha de los moradores por obtener una respuesta de las autoridades y en varios artículos se ha mencionado cómo el presidente Luis Abinader y el alcalde han prometido intervenir el cementerio, sin embargo, los procesos legales y los recursos han impedido la tarea.
De acuerdo a varias publicaciones del Hoy, los alcarricences han sufrido desde el año 2002 el no tener un camposanto para sepultar a sus seres queridos debido a la división de la capital dominicana, dónde el cementerio Cristo Redentor quedó fuera de su jurisdicción.
La Alcaldía incluso procedía a enviar los cadáveres a las provincias dónde los difuntos tenían familiares.
En el año 2018 vivieron una odisea, trasladándose a ocho cementerios en diferentes locaciones para darle digna sepultura a sus familiares y siendo rechazados.
Hasta que en ese año improvisaron un cementerio en el barrio La Piña. En 2020 ese terreno tenía 1,544 cadáveres y en enero del presente año ascendían a 8,053.
Desde el mandato del presidente Danilo Medina las organizaciones comunitarias y sociales están esperando una construcción digna y familias como la de Marlenys Ferreras esperan visitar a sus parientes sin el temor de ser hurtados o agredidos.