Managua.- La celebración del aniversario 39 de la revolución de Nicaragua comenzó hoy en la Plaza de la Fe, en el norte de la capital, con la presencia del mandatario Daniel Ortega y miles de simpatizantes sandinistas, en medio de una crisis sociopolítica que ha dejado al menos 351 muertos en 3 meses.
Contrario a otros años, en esta ocasión Ortega no fue acompañado por ningún jefe de Estado en la celebración de la revolución que el 19 de julio de 1979 derrocó al dictador Anastasio Somoza.
No acudieron este año dos personajes recurrentes en la celebración, el presidente venezolano, Nicolás Maduro, y la Premio Nobel de la Paz Rigoberta Menchú. Tampoco asistió la presidenta electa de la Asamblea General de las Naciones Unidas, la ecuatoriana María Fernanda Espinosa, quien el año pasado expresó apoyo al Gobierno de Ortega.
La primera dama y vicepresidenta de Nicaragua, Rosario Murillo, agradeció “de manera especial” la presencia del nuncio apostólico Stanislaw Waldemar Sommertag, quien el 9 de julio fue agredido físicamente por simpatizantes de Ortega. A la celebración también asistieron el canciller de Cuba, Bruno Rodríguez, y su homólogo de Venezuela, Jorge Arreaza.
Representantes de Antigua, Alemania, Arabia Saharaui, Bolivia, Corea, Cuba, El Salvador, España, Irán, Palestina, Guatemala, Japón, México, Panamá, Rusia, República Dominicana, San Vicente y las Granadinas, Taiwán y Venezuela, estuvieron presentes en el acto, afirmó Murillo.
Los invitados especiales fueron acompañados en la tarima por cientos de integrantes de la Juventud Sandinista, vestidos de blanco y con pañoletas rojinegras, colores del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).
La celebración sandinista se da en medio del rechazo de diversos sectores de la población nicaragüense, que acusan al FSLN se haberse convertido en un Gobierno similar la dictadura somocista, tras 11 años consecutivos en el poder con Ortega al frente.
El Gobierno nicaragüense es señalado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Acnudh) como responsable de “asesinatos, ejecuciones extrajudiciales, malos tratos, posibles actos de tortura y detenciones arbitrarias cometidos en contra de la población mayoritariamente joven del país». Las autoridades de Nicaragua han negado reiteradamente dichos señalamientos.
Las protestas contra Ortega se iniciaron el 18 de abril, por unas fallidas reformas a la seguridad social y se convirtieron en un reclamo que pide la renuncia del mandatario, después de once años en el poder, con acusaciones de abuso y corrupción en su contra.