La voluntad de los ciudadanos (54.35% del padrón de electores) se manifestó sin ambages con una votación de 57.44% a favor de la reelección del Presidente Luis Abinader y además entregarle el Congreso, como lo hizo en su momento con el PLD, para que emprenda las reformas estructurales que demanda la República para garantizar la continuidad del crecimiento con estabilidad en un escenario de reducción de la inequidad social.
En un segundo periodo la pandemia o la gestión pasada no podrán ser un subterfugio, el ciudadano que da y quita el poder será exigente con la promesa de que “lo mejor está por venir”, así las cosas el Presidente deberá asumir sus compromisos que representará la garantía de su paso triunfal a la historia y la posibilidad de mantener al PRM como opción para continuar al frente de los destinos de la nación.
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Un primer reto impostergable será una reforma fiscal, pero no cualquier reforma, una que garantice mayores ingresos para reducir el déficit y comenzar la disminución de los elevados niveles de endeudamiento, para garantizar la sostenibilidad fiscal, vale decir el país mantenerse como un sujeto confiable para los acreedores externos.
No puede ser una reforma que recargue a los sectores de bajos ingresos y mucho menos a una clase media, empresas medianas y pequeñas víctimas de una tributación injusta, mientras los grandes capitales siguen cebándose gracias a los favores públicos, la evasión, la elusión y las exenciones que en algunos sectores adultos y prósperos no se justician y tampoco para seguir engrosando la nómina pública y el gasto estéril con pensiones injustificadas y aumento inexplicable de las ayudas sociales.
El tema haitiano y cumplir con la agenda pendiente de reducir a lo mínimo posible la corrupción en la frontera, impedir que el ingreso ilegal de parturientas menoscabe el servicio de salud a las dominicanas, mantener un círculo virtuoso de deportaciones, reducción de la población haitiana en nuestro territorio o de lo contrario en menos de una década esa población exógena será superior a la nuestra y cuando se agoten las fuentes de empleos formales e informales, entonces como lo han hecho allá, sacarán las garras para acabar con la convivencia y la paz social.
No menos importante es una reforma laboral que premie la productividad de los trabajadores e incentive a las empresas a contratar mano de obra adicional y una reforma a la Seguridad Social garante de mejores servicios de salud y pensiones dignas a la hora del retiro.
Son muchas las demandas insatisfechas y la reducción de la inequidad no puede ser con planes sociales paliativos sino con la educación como eje transversal que permita a los pobres incorporarse a una educación de calidad, acorde a los requerimientos de la sociedad de la cuarta revolución industrial, para que puedan competir por los empleos frente a los sectores privilegiados con una buena educación privada.
El problema del tránsito, las inundaciones exacerbadas por el cambio climático, la preservación de nuestros recursos naturales, menguados por la extracción intensiva de agregados, destrucción boscosa en las cuencas de los ríos o la depredación de áreas regaladas por el Creador como las dunas de Baní.
Son muchos los retos que enfrenta el Presidente Abinader en un segundo periodo, incluyendo las apetencias sucesorales a deshora o el aprovechamiento de los que se han enganchado a la caravana del triunfo.
Confió en el sentido histórico del Presidente.