La enfermería en República Dominicana ha recorrido un largo camino desde sus inicios en 1922, convirtiéndose en una profesión fundamental dentro del sistema de salud del país.
Para entender este proceso, conversamos con Dulce Emilia Medina, una enfermera con 54 años de experiencia que ha sido testigo y partícipe de la evolución de esta carrera.
La licenciada Medina comenzó su carrera en el Hospital Ramón Mella de Dajabón, donde se desempeñó en diversos roles, tanto asistenciales como administrativos.
Su enfoque ha sido principalmente en la atención materno-infantil, además de involucrarse en programas de educación continua para personal de enfermería. «He trabajado para mejorar la formación de auxiliares y practicantes, porque creo que la base de una buena atención comienza con una formación sólida», explica la experta.
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Originaria de Neiba, Medina ha visto de primera mano cómo ha cambiado la percepción de la enfermería a lo largo de los años. “Al inicio, se consideraba una carrera secundaria, pero hoy en día, la enfermería tiene un reconocimiento académico y profesional significativo”.
Es encargada del departamento de Educación de enfermería del Ministerio de Educación Superior Ciencia y Tecnología (Mescyt).
Transformación de la educación
La educación en enfermería en la República Dominicana ha evolucionado de manera notable. La primera escuela de enfermería se fundó en 1922, y aunque inicialmente solo graduó a dos enfermeras, sentó las bases para un desarrollo más amplio.
Dieciocho universidades ofrecen programas de licenciatura en enfermería, con un enfoque en competencias y un currículo estandarizado. «Esto facilita la movilidad de los estudiantes entre instituciones y asegura una formación de calidad», destaca Medina.
Los retos persisten, sin embargo. Muchos estudiantes enfrentan lagunas en su formación preuniversitaria y deben equilibrar sus estudios con responsabilidades familiares y laborales. A pesar de ello, la licenciada Medina es optimista: «La carrera es accesible, especialmente en instituciones públicas como la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), donde la matrícula es bastante económica».
Formación y especialización
Solo dos universidades cuentan con programas de posgrado. La UASD fue pionera en esta área en la década de los 90 con la maestría en cuidado materno-infantil. Posteriormente, se crearon especialidades en cuidados intensivos pediátricos y servicios de atención de calidad, las cuales se han rediseñado y convertido en maestrías, La academia ofrece maestrías en cuidado intensivo, salud familiar y comunitaria, salud mental y gestión de servicios hospitalarios.
La Universidad Eugenio María de Hostos (Uniremhos) también ha implementado una maestría en enfermería pediátrica y planea iniciar una especialidad en ginecobstetricia. “El Mescyt apoya estas iniciativas con becas al 100 % para quienes cumplen con los requisitos”, asegura Medina.
Sin embargo, aún hay mucho por hacer. Aunque existen programas de maestría, las estadísticas sobre el número de enfermeras especializadas son escasas. “El crecimiento de la profesión es evidente, pero necesitamos más datos para hacer un seguimiento efectivo”, señala.
El fenómeno de la migración ha impactado la enfermería en el país. Aunque ha disminuido en los últimos años, muchas enfermeras aún trabajan en múltiples empleos para sostener a sus familias.
“Las oportunidades laborales han aumentado, y algunas enfermeras han logrado insertarse en roles políticos, lo cual es alentador”, comenta.
Medina también enfatiza la importancia de la participación de las nuevas generaciones en la formulación de políticas de salud. «Las enfermeras deben integrarse en el desarrollo de políticas de salud y no quedarse al margen. Necesitamos que sean voces activas en las decisiones que afectan al sector», dice.
El futuro
El futuro de la enfermería en República Dominicana es prometedor. Medina menciona ejemplos de enfermeras que han ocupado posiciones de liderazgo, como la dirección de hospitales.
“Aún queda mucho por hacer, pero hay un avance notable. La enfermería es una carrera necesaria y esencial en todos los ámbitos”, afirma.
Sobre la posibilidad de que una enfermera pueda ser ministra de Salud Pública, Medina reconoce que es fundamental romper con el estigma de que solo los médicos pueden ocupar tales posiciones. «La formación actual de las enfermeras es robusta y suficiente para asumir estos roles de liderazgo», concluye.
Empatía
La experta enfatiza que ser enfermera va más allá de las habilidades técnicas; se trata de valores y actitudes.
“Una buena enfermera puede aliviar el dolor con una simple sonrisa. La empatía es determinante en nuestra profesión”, afirma Medina.
Está convencida de que la enfermería es la carrera del futuro, necesaria en todos los ámbitos. “Debemos esforzarnos por ser los mejores, no solo en habilidades técnicas, sino también en valores y actitudes”.
Destaca la importancia del trabajo en equipo y la motivación del personal. “No hay jefes, todos somos un equipo y debemos ayudarnos a crecer mutuamente”, concluye en su aporte a este trabajo.