Enfrentar las efectos inflacionarios externos es una obligación. Alcanzan irrebatible categoría de inversión social impostergable las iniciativas oficiales que en unos casos, se dirigen a conjurar alzas en los precios de los alimentos con reducción de la fiscalidad aplicable a insumos y materias primas importados; y en otros casos auspician facilidades crediticias y de subsidios directos a los productores nacionales.
Los misiles rusos que estallan en Ucrania son el punto de partida de ondas expansivas que ponen de cabeza la generación y el transporte mundial de bienes primarios y la guerra involucra a los territorios más importantes en exportación de cereales y fertilizantes del mundo.
Las facilidades transitorias para el ingreso al país de mercaderías básicas para estabilizar suministros y reducir costos de comestibles no son automáticamente perjudiciales al sistema productivo local si solo se permite el ingreso de productos terminados cuando falla la autosuficiencia.
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Es bien visto que los principales objetivos de mitigación estén enfocados en atenuar los efectos inflacionarios exógenos sobre la capacidad instalada para proveer a los consumidores de carne blanca, grasas comestibles y un montón de derivados del trigo y el maíz al tiempo de reducir costos a la agricultura dominicana.
Cualquier intención de especular con los artículos cuya producción nativa es apoyada por el Estado en este momento difícil quedaría sería desalentada si en todo momento el mercado nacional permanece bien abastecido.