Las mujeres en las comunidades rurales y barrios urbano-marginados desarrollan una labor silente y aparentemente invisible de sostenimiento de la cohesión social desde las redes de cuidado de la niñez, personas adultas mayores y con condiciones de discapacidad.
Las redes ofrecen a las comunidades un sostén afectivo, social y económico en el que la pobreza y su cruda realidad de escasez y carencia tiene paliativos de solidaridad y apoyo que se muestran en distintos estudios etnográficos (Vargas 1998) (Vargas 2019) (Cela 2023) (Matías /Vargas CLACSO 2023)
Estos tejidos sociales son totalmente inclusivos, sin barreras raciales ni de nacionalidad. En los barrios marginados y en las comunidades conviven familias dominicanas y haitianas desde la interacción vecinal y el compadrazgo (Matías /Vargas CLACSO 2023).
Puede leer: Hoy, 12 de octubre
Las mujeres haitianas desempeñan roles de cuidado y atención a personas adultas mayores, con discapacidad y niñez de nacionalidad dominicana y viceversa las mujeres dominicanas.
Desde inicios de este mes de octubre este tejido social está siendo afectado por las deportaciones masivas. Niños, niñas, adolescentes y mujeres tanto dominicanas como haitianas están viviendo en pánico y zozobra. Predomina la incertidumbre de lo que pueda ocurrirle a las familias con quienes han construido una relación de vecindad, apoyo y amistad.
En distintas comunidades se cuentan relatos cotidianos de niñas y niños llorando porque vieron como se llevaban a sus amiguitos, al padre o la madre o ambos y estos quedan en el abandono. Madres que salieron a trabajar y no han regresado y sus hijos e hijas se quedan en la incertidumbre de si volverán o no.
Las redes de cuidado siguen funcionando. Los hijos e hijas de padres/madres deportadas en estado de abandono encuentran (en medio de las precariedades) a familias vecinas que están pendientes, aunque está situación les expone a múltiples situaciones de riesgo que incluyen explotación sexual y trata.
La situación actual de apoyo entre mujeres haitianas y dominicanas tiene raíces históricas profundas. Respuestas similares se ofrecieron en la masacre de 1937 ejecutada por el tirano Rafael L. Trujillo
Mi madre nos relató que mi bisabuela, Francisca Gutiérrez (EPD), escondió a una familia haitiana debajo del piso de madera de su casa salvándoles la vida ante las acciones criminales de los guardias trujillistas. Muchas familias dominicanas actuaron igual. Estas huellas han quedado en la vida de la gente.
Las violaciones de derechos y violencia contra las familias haitianas y dominicanas negras que ocurren cotidianamente en comunidades pobres del país no son indiferentes para sus moradores, por el contrario, se encuentran tendencias de un clima afectivo-social de solidaridad combinado con impotencia que será recordado con tristeza por las siguientes generaciones.