Entregados a la causa anti-covid

Entregados a la causa anti-covid

Aquellos que al pie de los lechos hacen posible que los recursos científicos, escasos o suficientes, sirvan satisfactoriamente para restablecer la salud y salvar vidas, tienen hoy sobre sus hombros, en diversos lugares del país, una tarea de máximas exigencias, que pone a prueba su resistencia física y su entereza ético-profesional.

El personal de la mayoría de hospitales y clínicas es desafiado día a día por la presencia numerosa de pacientes de la enfermedad covid-19 que les llegan con reclamos insoslayables y para los que no abundan medios que faciliten su prestación de servicios, sin que, además, hayan perdido espacio otros quebrantos de salud, más bien exacerbados por la incidencia del coronavirus que desde hace más de un año alcanzó prioridad y sacó de su marcha ordinaria otras acciones sanitarias de protección integral. Daños colaterales.

Al crecimiento de los compromisos con la sociedad asumidos por médicos, enfermeras y sus auxiliares, se adjunta, ineludible, el deber de corresponderles desde esa misma colectividad y desde los entes de poder que le representan.

Velar porque se sientan respetados en su dignidad, importancia y satisfacción de necesidades.

Saciarlas en términos materiales para sus cruciales desempeños y roles de vidas privadas, ha de pertenecer al contexto de los desvelos, acciones y gastos oficiales y privados, para vencer la pandemia al precio que requieran las circunstancias.

Hambruna que asoma al oeste

Si «nada humano me es ajeno», como se atribuye decir al autor Publio Terencio, menos puede pasar por alto localmente la grave falta de acceso a los alimentos que afecta a casi la mitad de los vecinos haitianos, una crisis que los acerca a la hambruna, «escasez generalizada de alimentos básicos que padece una población de forma intensa y prolongada».

Un diagnóstico apoyado por la Organización de las Naciones Unidas que debería motivar a la comunidad internacional a un suministro solidario de magnitud.

Las urgencias sociales al otro lado de la frontera tienden a repercutir agudamente hacia República Dominicana, vía migraciones irregulares, superiores a la capacidad que in situ existe para absorber más habitantes que presionan hacia el desequilibrio en el mercado laboral y en la prestación de servicios esenciales, sobre todo en materia de salud.

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