Por: Rossanna Figueroa
Episodios: Debemos revisarnos. Al conocerse la infausta noticia del asesinato del joven político dominicano y quien ocupaba la posición de ministro de Medio Ambiente, Orlando Jorge Mera, la reacción de la gente no se hizo esperar a través de las redes sociales, medios alternativos que se han convertido en el canal más expedito para que los usuarios manifiesten sus puntos de vista y estados de sentimiento.
La muerte de Orlandito, como muchos le decían, sin dudas, deja una estela de dolor y en la sociedad, porque, hasta donde muchos le conocimos, por acercamiento profesional, siempre dispensaba un trato afable y elevado nivel de humildad, pese a provenir de una familia que detentó el poder, por ser hijo de un expresidente de la República, como lo fue Salvador Jorge Blanco.
Sin embargo, decidí realizar un ejercicio de observación de los mensajes que circulan en las redes sociales como Facebook, Instagram y Twitter y, la vedad, me sentí más aterrada que alentada, debido a la manifestación de odio y rencor que la gente expresa de manera libre y espontanea. Con esto no quiero significar que había que celebrar la acción del homicida, pues nunca habrá razón para que un ser humano
decida acabar con la vida de otro; eso es don de Dios.
Mientras la familia Jorge Villegas decía en un comunicado, entre otras cosas: “Nuestra familia perdona al autor de los hechos. Uno de los legados más grandes de nuestro Orlando era no guardar rencor”. Esa, desde mi punto de vista y de la convicción de vida que llevo, es la expresión más genuina de la salud emocional de uno o un conjunto de individuos.
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Señores, tanto las redes como los programas de análisis de opinión que se suscitaron a partir de ese lecho tan lamentable, en un porcentaje elevado lo hicieron con alto revestimiento lastimoso y carga de odio y de rencor. Por razones obvias, no utilizaré este espacio para reproducir ni los comentarios de periodistas ni comunicadores en diversos programas, tampoco de muchos otros que se expresaron por las redes sociales.
Lo que sí me preocupa es saberme parte de una sociedad que aparenta enferma, que destila rabia ante los hechos que nos afectan a todos. Vuelvo y repito, no es para celebrar lo que ha ocurrido con Jorge Mera, así como a muchos otros dominicanos que han sido víctimas de violencia; es para reflexionar qué es lo que nos está pasando,
¿Cuáles son los problemas siquiátricos que están afectando a nuestros ciudadanos y no lo estamos detectando ni estudiando para poner los controles sanitarios necesarios?
Me asusta ese detonante de violencia expresado por la gente hacia sus propios semejantes y, con esto, el tono elevado que se suscita en los medios de comunicación y canales alternativos.
Yo también tengo un sueño. Aspiro a una sociedad con un nivel más alto de sensibilidad, como esa que durante su vida supo mostrar Orlandito Jorge Mera, ese mismo que, en su humildad, y en el trayecto final del sepelio del doctor José Francisco Peña Gómez me dijo: “Me dejas subir un rato a la camioneta”. Las llagas en sus pies revelaban el sacrificio por amor y admiración a su líder. Su imagen quedó grabada en mi corazón.