El Equinoccio que es un suceso astronómico que marca en el 23 de septiembre el comienzo del otoño en el hemisferio norte.
Hay quien lo celebra dándose un chapuzón en las aguas heladas del mar del Norte, mientras que otros prefieren darle la bienvenida a la nueva estación acudiendo a zonas arqueológicas que antiguamente fueron centros ceremoniales.
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Si esto ya lo sabías, te contamos otros detalles que quizá no conozcas sobre el equinoccio.
1. El origen del término (y sus variedades)
La palabra equinoccio tiene su origen en el latín aequinoctium que significa «noche igual».
El equinoccio se produce cuando el Sol está colocado exactamente sobre el ecuador, con lo que la luz y el calor se distribuyen proporcionalmente en ambos hemisferios haciendo que el día y la noche duren (casi) lo mismo, de ahí su nombre.
Los términos equinoccio de primavera y de otoño son los que se han usado históricamente de forma universal, pero son potencialmente confusos por la necesidad de tener que hacer la diferencia entre los hemisferios norte y sur.
Una posible solución es llamarlos equinoccio de marzo y de septiembre, para no tener que aclarar cada vez de qué hemisferio estamos hablando.
Sin embargo, esta opción no es universal ya que no todas las culturas utilizan un calendario solar en el que los equinoccios ocurran cada año en el mismo mes.
2. Desacuerdo entre astrónomos y climatólogos
Para los astrónomos, el equinoccio del 20 de marzo indicó el comienzo de la primavera en el hemisferio norte y el otoño en el hemisferio sur, y prácticamente todos hemos asumido ese concepto.
Con la excepción de los científicos que trabajan en climatología, que consideran que la estación empezó el 1 de marzo.
Los astrónomos definen las estaciones de la Tierra en función de la posición de nuestro planeta respecto al Sol. pero los científicos que trabajan con el clima toman como referencia el ciclo de temperaturas de la Tierra, y no la posición astronómica del Sol.
3. Desde cuándo se habla de equinoccio
El fenómeno de los equinoccios está definido desde hace siglos y siglos.
Al establecer el calendario juliano en el año 46 a.C., Julio César decidió que el 25 de marzo marcara el equinoccio de primavera en el hemisferio norte.
Este día era ya el primero del año en los calendarios de Persia e India.
Pero surgió un problema.
Ya que el año juliano es más largo que el año tropical en unos 11,3 minutos de media (o un día cada 128 años), las fechas fueron cambiando; en el año 300 d.C. el equinoccio ocurrió el 21 de marzo y para el año 1500 se había adelantado al 11 de marzo.
Esta variación impulsó al papa Gregorio XIII a crear el moderno calendario gregoriano con el que, tras varios cálculos y ajustes, quedó establecido que el equinoccio oscilara entre el 19 y el 21 de marzo.
4. Cómo nos puede afectar
El equinoccio en sí no tiene ningún efecto físico sobre los seres humanos, dicen los científicos.
Lo que sí parece afectarnos es el cambio de estación, pero incluso en este aspecto los expertos no se ponen de acuerdo.
Hay quien relaciona la llegada de la primavera con los beneficios de contar con más horas de luz solar, lo que se traduce en mayor alegría, ganas de salir y estar más activos.
En contraposición, se asocia la llegada del otoño con una bajada en el estado de ánimo, la llamada depresión otoñal.
Pero esto no es algo universal, Para otras personas la primavera es sinónimo de la llamada astenia primaveral, en la que falta la energía y pesan la desgana y la desmotivación.
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