Equívocos y persistencia de la inconsistencia

Equívocos y persistencia de la  inconsistencia

Se yerra cuando se dice que la vida humana comienza con la concepción

La discusión sobre las tres causales a ser incluidas en el Código Penal pone al desnudo, una vez más, nuestra inveterada tendencia a hacer transacciones inconducentes. Hay quienes barajan propuestas de aprobar dicho código con una sola causal o sin las tres, y crear una “ley” especial para estas últimas y eventualmente para las dos faltantes, o convocar un referendo aprobatorio para ambos casos, de ser necesario.

De ese modo, pretenden arrastrar al país hacia otra indecorosa y hasta tramposa transacción. También, en la discusión una de las partes se ha arrojado el monopolio del respeto a la vida humana, dando por sentado que la otra no la respeta, persistiendo en apoyarse en un concepto sobre el que no existe acuerdo unánime en las esferas de la ciencia y de la fe.

En efecto, en la discusión sobre cuando comienza la vida humana es esencial referirnos a un concepto mucho más concreto: el de persona, que es fundamental desde el punto de vista social para establecer derechos y deberes que son los pilares ético-morales básicos en que se sostiene todo ordenamiento jurídico, y para la exigencia de un comportamiento moral relativo a lo religioso/fe. Se yerra cuando se dice que la vida humana comienza desde la concepción, porque es confundirla con fecundación, que no es lo mismo.

Sobre eso, existe una significativa bibliografía, que establece que durante más de mil años la Iglesia católica no se opuso al aborto, al considerar que un embrión alcanzaba la condición de humano después de un determinado tiempo

Algunos teólogos de esa iglesia, entre los que se distinguen San Agustín y Santo Tomás que decía que eran 40 días el embrión alcanzaba las propiedades intelectivas indispensables para ser considerado un ser humano.

Pero, en el mundo de religioso, filosófico o científico nunca hubo ni hay acuerdo unánime en la polémica sobre qué es vida/ser humano. Esa polémica tubo una expresión espantosa durante los tiempos de la colonización española y de la esclavitud en Norteamérica.

Se decía que los aborígenes y los negros esclavos no eran humanos, porque no tenían condiciones intelectivas (religiosas). No tenían alma, no eran personas, decían amos y colonizadores.

De igual modo, durante siglos las mujeres fueron consideradas una cosa, un objeto a ser intercambiado por su dueño.

Ni a estas ni aquellos se les consideraba personas, no tenían derechos, aunque sí le imponían inhumanos deberes. Cabe preguntarse ¿en nombre de un misterio/fe, debe una niña de 9-13 años, embarazada por violación, tener un hijo cuyas consecuencias serán devastadoras en su futuro? Imposible, se le negaría su derecho a su pleno desarrollo humano.

Como tampoco es humano negarle el derecho a una mujer a tener un hijo sin posibilidad alguna de lograr una capacidad intelectiva o si SU vida corre peligro.

Eso se ha entendido en 189 de los 194 países del mundo, cuya población es de 7,674,953,865 habitantes, contra 5 cuya población es de 25,046,135 habitantes, entre los cuales desafortunadamente nos quiere mantener una minoría de religiosos.

Aquí, la mayoría, creyentes y no creyentes ha pactado un Código Penal con las tres causales conocidas.

Es política y moralmente inaceptable tranzarse por la eliminación de una de ellas, de su totalidad, por un indefinido referendo que sumiría al país en un peligroso ambiente de cruzada en pleno siglo 21, o como “bajadero” por una “ley especial” potencialmente tramposa”. Sería persistir en la inconsistencia.

Algunos pretenden arrastrar al país hacia otra indecorosa y hasta tramposa transacción

Publicaciones Relacionadas

Más leídas