No es lo que tenemos sino lo que disfrutamos lo que constituye nuestra Abundancia
Epicuro
El diccionario define la prosperidad como el desarrollo favorable de las cosas. En el programa Rueda de Prosperidad la vemos como un movimiento de la mente, que conduce al bien en cualquier cosa que se emprende, sucede u ocurre. Es también un estado del Ser, que se expresa en el uso que damos al “Yo Soy”.
La prosperidad es un indicador de quién creemos que somos. En la antigüedad, filósofos como Platón y Aristóteles creían que la prosperidad llegaba a la vida de aquellos que podían ser felices con lo mínimo. Para quienes piensan así, el dinero se ve como un resultado y no como una expresión. A este movimiento le acompañaba un espacio de mayores oportunidades para vivir la pasión.
La prosperidad es el arte de “saber vivir”. Cuando crees que vives en un mundo de escasez, eres capaz de trabajar en algo que no te gusta, ya que el miedo te lleva a creer que no hay nada más. En cambio, cuando crees que el mundo es infinitamente abundante, tendrás el valor de hacer lo que te gusta o amas, en la certeza de que hay prosperidad para todos.
La escritora inglesa Alice Bailey dijo que “el universo entero es un gran teatro de espejos”. Vemos lo que somos. En el momento en que reconoces que todo el universo vive en ti, la infinita prosperidad existente se manifestará de manera abundante a través de tu vida.
En la Rueda digo que la prosperidad es “el poder traducido en acción que nos permite llegar a la realización gozosa del destino para el cual hemos sido creados, en el menor tiempo y con la mayor facilidad”. Eres lo que piensas y recibes lo que das. La prosperidad es el fruto que llega cuando plantas tus semillas en el terreno espiritual.
El Espíritu todo lo sana, todo lo reúne y todo lo hace bueno. Tal vez, te estarás preguntando qué ocurre con las personas “espirituales” que la llevan mal en el plano material. La respuesta es simple: todo lo que no se mira, se repudia. ¡No hay separación entre Espíritu y materia!
El Espíritu es lo único que existe, todo lo demás es una ilusión. Quien ve peligro y escasez en la materia se queda sin confianza y abundancia en el Espíritu. El dinero es tan espiritual como la más hermosa plegaria, oración o alabanza.
Cuando ves el plano material separado del espiritual o lo valoras de diferente manera, fortaleces un juicio dualista que te llevará a etiquetar las experiencias de “buenas” y “malas”. Sabes cuándo estás en sintonía con la dimensión espiritual por los efectos que vives en tu vida.
Si es el Espíritu quien guía tus movimientos, recibirás dirección, colaboración y asistencia. Así, cualquier cosa que necesites para llegar al destino elegido te será dada de manera fácil, rápida, agradable y abundante. ¡Esto es prosperidad!
El ser prósperos viene del reconocimiento de que no solo tenemos un origen biológico (material), sino también un origen energético (espiritual).
Si yo prospero, tú prosperas. Si tú prosperas, yo prospero.
La visión de unidad activa la prosperidad.
La prosperidad abarca a todo y a todos.
Quien se percibe próspero es una persona agradecida. El maestro espiritual Harbhajan Singh Yogi decía que “la gratitud es la puerta abierta a la abundancia”.
Hace un tiempo leí una historia de un jefe de una organización médica y un rico donante que viajaron juntos al Muro de los Lamentos. Al llegar al muro vieron a un hombre llorando de manera incontrolable. Su intenso rezo los conmovió profundamente y se quedaron observándolo.
Los dos hombres decidieron acercarse a la persona que sollozaba después que terminara de rezar. El jefe de la organización médica dijo que le ofrecería ayuda médica, si se requería, y el rico donante decidió que le ofrecería ayuda financiera si era necesaria.
Cuando preguntaron si había alguien enfermo, el hombre dijo:
-“No, todos en mi familia están sanos”.
Cuando le preguntaron si necesitaba ayuda financiera, el hombre respondió:
-“No, tengo todo lo que necesito”.
Los dos hombres estaban pasmados.
-“Entonces, ¿por qué lloraba?”. Le preguntaron.
-“Estoy tan sobrecogido por la bondad de Dios, que no puedo contener mis lágrimas mientras le agradezco”.
Y con lágrimas en sus ojos, el hombre miró hacia arriba y dijo:
-“Mi hijo menor acaba de casarse. Tengo 12 hijos. ¿Pueden creer el gran acto de bondad que Dios me brindó? Doce preciosas joyas que están ahora construyendo sus propios hogares. Vine aquí para agradecer. Y estoy tan sobrecogido por la bondad de Dios que no puedo contener mis lágrimas”.
La prosperidad implica que el pensamiento baja al corazón, llenándose de valor y merecimiento. Acepta las cosas y las situaciones que experimentas. El mundo no te debe nada. Tú eres parte del universo que da y recibe con amor y con gratitud. Reconoce tu participación en lo que vives y no culpes a otros por lo que te falta. Deja fluir la vida, no te defiendas de ella, no luches contra la realidad.
Enfócate en lo que deseas y silencia los pensamientos que te confunden para que no desees a tu deseo. Ten el valor de ir a donde te lleva tu sueño. Sal de tu zona cómoda. Sé curioso. Interésate en la gente que te rodea. Pon intención en tus palabras. Declara tu bien sin límites. Visualiza tus posibilidades. Diviértete, gózatelo, y bendice a los que ya disfrutan el nivel de prosperidad al que tú aspiras.
El escritor estadounidense, Napoleon Hill, considerado el autor de autoayuda más prestigioso del mundo, dijo: “Recuerda que no se requiere más esfuerzo para apuntar alto en la vida, para exigir abundancia y prosperidad que el que se requiere para aceptar la miseria y la pobreza”. ¡Yo elijo Ser Próspera!