Lo que hemos estado temiendo del Gobierno es una errada confrontación en contra de los vecinos isleños, que al final de cuenta, han seguido como el whisky aquel tan campante con la construcción de su canal que se alimentará con una parte del caudal de las aguas del rio Masacre.
Tal situación es para obligar a una cesión de la voluntad dominicana, que presionada por instancias y arbitraje internacional cuando se trata para el uso de aguas de un río compartido por dos naciones. Esto es si se llega a un acuerdo pacífico con los dominicanos para permitir que la obra de toma reciba el agua del río y circule con un caudal de un metro cúbico por segundo por el canal.
Para que el agua penetre al canal se necesitará construir un dique derivador que eleve el nivel del río por encima del fondo del canal para admitir un volumen determinado, que por las características de la construcción en marcha, no sería superior a un metro cúbico por segundo. Eso implica que los dominicanos tendrían que ceder sus derechos para permitirle a los haitianos construir el dique derivador en territorio dominicano de manera que el agua pueda llegar al canal de marras.
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Para la década de 1950, cuando Paul Magloire era el presidente haitiano y aquí vivíamos bajo la dictadura de Trujillo, Haití emprendió con ayuda internacional la construcción de la presa de Peligre en el lecho del río Artibonito, que nace en las montañas dominicanas. Esa vez, finalizada la construcción de la presa, los haitianos fueron celosos guardianes para que los dominicanos no utilizaran el agua del embalse de la presa. Este en la actualidad está casi agotado por el sedimento que almacena.
Aquella vez, y durante muchos años, los dominicanos no podía pensar en desarrollar proyectos hidráulicos en el Artibonito o en algunos de sus afluentes como el Tocino, Joca o Macasías. Todavía los haitianos son vigilantes con su obra cumbre que esa presa de gran altura fue la primera que se construyó en la isla, casi 20 años antes que los dominicanos y el doctor Balaguer construyeran las presas de Valdesia y de Tavera.
Ahora, repitiendo lo que ocurrió en 1901 cuando también los haitianos querían construir en Pitobert un canal aprovechando las aguas del Masacre que obligó a una movilización militar dominicana. Fue en el crucero Independencia que embarcaron hacia Manzanillo desde Santo Domingo un batallón apertrechado al mando de Horacio Vásquez que era ministro de Guerra y acantonados en Manzanillo esperaron que los haitianos desistieran de sus pretensiones y la sangre no tiñó las aguas del Masacre.
Esta vez la acción de los haitianos ha ido mas lejos y ya prácticamente tienen su canal construido hasta donde pensaban hacerlo, pero ahora viene el gran impase para que el agua pueda entrar a ese canal cuando el fondo del mismo esta muy por encima del nivel del rio.
Se impone una negociación en que la diplomacia, pese al desbarajuste de políticos haitianos con su economía estancada, aparte de las bandas que azotan el territorio occidental de la isla, obligará a los dominicanos meternos la lengua donde la espalda pierde su nombre y hasta construirle la obra de derivación para que el agua penetre al canal en un caudal no mayor a un metro cúbico por segundo.