Es una conducta muy arraigada en el ser humano, aun habiendo nacido de nuevo, por el Nombre de Jesús, poner la vista en los hechos naturales: lo que sucede, lo que queremos y no tenemos, las preocupaciones… Conocedor de esto, Pablo, le escribe a los Corintios y les advierte que su accionar debía estar basado en lo que Dios anuncia en Su Palabra.
Por encima de cada suceso, hay una notificación que nos ha sido dada, la cual tenemos que propagar, a través de nuestros pensamientos, de nuestras palabras y de nuestros hechos. Establezcamos en nuestra breve estadía en este mundo un ambiente de esperanza, de paz y de regocijo, porque la seguridad que nos proporciona confiar en la Palabra que ha salido de la boca de Dios, sea la que nos gobierne.
Pablo, esperando la inminente muerte, siguió escribiendo palabras de esperanza, al pueblo de Dios, porque se mantuvo enfocado, en lo que era relevante, hasta el último momento.