Participó en uno de los primeros comandos civiles que se organizó después del estallido revolucionario, el de la calle Espaillat 55, y desde ahí tomó parte en las escaramuzas iniciales. El 25 de abril estaba en Radio Guarachita desde donde se anunciaban los pormenores del movimiento, porque los militares se encontraban divididos y él fue en compañía de Santiago Guillermo a presionar para que todos se unieran a la lucha por el retorno a la constitucionalidad.
Había salido de la clandestinidad por ser militante del Partido Socialista Popular (PSP) y la Inteligencia del Triunvirato lo perseguía considerándolo comunista. Con esa acusación surcó después los aires un volante con su nombre y los de muchos otros combatientes a quienes los norteamericanos atribuían haber desatado la revuelta.
Antonio Isa Conde (Tony) actual gerente general de una prestigiosa compañía de venta de vehículos y ejecutivo de otras de un reconocido grupo empresarial, tenía 25 años cuando al llamado de José Francisco Peña Gómez para que el pueblo se lanzara a las calles, se colocó su pistola calibre 45. Su partido había conseguido en la Armería dos ametralladoras Cristóbal con un señor apellido Estrada, contactado por Euclides Gutiérrez Félix; Manolo González (El Gallego), también del PSP, poseía una escopeta y una Browning. “Con eso comenzamos”, confiesa el entonces activo jefe militar del PSP en la contienda que ahora ostenta por primera vez una función pública: ministro sin cartera y asesor en Políticas de Desarrollo. Un fusil Fal fue después su arma de combate.
El hijo de Aris Isa y Mercedes Conde Pausas, nacido en San Francisco de Macorís el 14 de marzo de 1940, ya había dado demostraciones de liderazgo en la Federación de Estudiantes Dominicanos y en el primer Consejo Universitario, “cuando botamos a Balaguer”. Es el único sobreviviente de esa entidad. Fue también de los forjadores del grupo Fragua y llegó a ser miembro del Comité Político, encargado de la Comisión Militar y secretario general del Distrito Nacional del Partido Comunista Dominicano, como se denominó el PSP después de la guerra.
Pero dice que en 1970 hizo una perestroika y se retiró, pues comprendió que “estaba luchando más contra mis compañeros que contra mis enemigos”. La izquierda se dividió, explica, y se producían fenómenos que no podía asimilar. “En el propio partido ya no me sentía realizado”. Perseguido, fue víctima del primer atentado de la “Banda colorá”.
Para abril de 1965 ya estaba casado con Marcia Nadal, madre de sus hijos Antonio Emilio, Aris Alfredo y Marcia Patricia.
CON EUCLIDES MORILLO
Su primer combate en abril fue el que libró el 27 para sumar armas a las pocas existentes en su comando. Mientras se producía el ataque a la fortaleza Ozama se lanzó al mar con otros revolucionarios dirigidos por Euclides Morillo para desarmar a los guardias que escapaban tras la arremetida. “Euclides me enseñó a destrancar esas Cristóbal”. Obtuvieron las primeras 17. Morillo caería en el asalto al Palacio Nacional, el 19 de mayo.
El comando de la Espaillat 55 era la residencia de Buenaventura Johnson, militante del PSP. Vivía arriba y cedió a los rebeldes la primera planta donde tenía un negocio de neveras. Cuando desembarcaron las tropas norteamericanas y los volantes inundaban la ciudad, fue desmantelado.
Tony distribuyó armas por todos los comandos, pero “el Estado Mayor del PSP se estableció en San Lázaro. Norberto Roca era el comandante. Altagracia del Orbe y Clara Tejera tenían a su cargo la cocina y la alimentación”. Además, estaban Manolo González, Ignacio Pérez Mencía, Carlos Ascuasiati, “el Flaco Ferreiras…”. Tony y González se dedicaban a reforzar sitios desde donde los llamaban, lo cual era muy frecuente en el comando San Carlos, a cuya cabeza estaba Jesús de la Rosa.
A De la Rosa “se le ocurrió proponer que ocupáramos el edificio de lo que era la Ford, en la 30 de Marzo, en frontera con el Palacio Nacional, por si los integrantes del CEFA pasaban”. Edmundo García era encargado de avisar. Pero parece que los oficiales tuvieron la misma idea y tropezaron en la oscuridad. “Se produjo un tiroteo de madre”, pero todos salieron ilesos.
LA TRAGEDIA
“Cuando los yanquis trataron de avanzar salimos a reforzar el comando B-3, en la Jacinto de la Concha. Estuve tirando todo el día por un callejoncito de al lado y Manolo me ordenó detenerme, yo seguí y dijo que iba a someterme a un consejo de disciplina. En un momento se me acabaron los tiros y desde Sederías California vino una ráfaga de una ametralladora 50. No me dio porque me bajé a recargar el arma. Ese día no iba a morir”, cuenta Tony.
Agrega que a las 5:00 de la tarde entraron al comando a comer Manolo, Diómedes Mercedes, Amadeo Conde Sturla y él. “Sonó un teléfono, Manolo fue a responder y en ese momento explotó un mortero y los fragmentos cercenaron las piernas a Jacques Viaud y alcanzaron a Pedro Bonilla en otra. La sangre nos cayó a Manolo y a mí. Amadeo y yo llevamos a Jacques Viaud al hospital y falleció horas después. Pero el que iba a morir era Manolo, salvado por dirigirse a contestar el teléfono”.
FUE UN DÍA SINIESTRO
Tony presenció cuando un joven que corría delante de él por uno de los patios de Villa Francisca cayó abatido por un balazo en la yugular. “Ahí fue que nos acabaron de cercar en Ciudad Nueva. Fue el combate fundamental. Ninguno de nosotros desmayó, seguimos”.
Se dedicaron a dar entrenamiento militar. Ellos a su vez lo habían recibido de los Hombres Rana y del capitán Héctor Lachapelle.
Cuenta de las bombas caseras que aprendió a fabricar, de las tanquetas y los jeeps blindados que diseñó y construyó Carlos Ascuasiati y que ayudaron a resistir embestidas, y de sus experiencias con el coronel Caamaño. “Me tumbó a bombazos de varias tribunas cuando fui dirigente estudiantil y él casco blanco” pero después, en la calle Espaillat, anunció a un Tony estupefacto: “Yo estoy con ustedes”.
El PSP “influyó en aspectos conceptuales, en la parte política, artística, cultural… Nuestra participación no fue solo en combate, aunque también tuvimos un grupo fuerte de choque en la iglesia de la Santomé, nos hicimos muy amigos del padre Moreno; y en San Miguel estaban otros sacerdotes que nos dieron apoyo, como el padre Manolo Ortega”.
Recuerda entre otros combatientes del PSP a José Israel Cuello, Silvano Lora, Narciso Isa Conde, Asdrúbal Domínguez, Hugo Tolentino, Quírico Valdez, Faustino José del Orbe, Tulio Arvelo, Carlos Dore, Luis Gómez Pérez…
Ese acontecimiento “nos marcó. Todo el proceso democrático posterior estuvo determinado por él, que demostró lo que es capaz de hacer un pueblo cuando se une alrededor de una causa. Nosotros sobrevivimos en la medida en que ese pueblo nos daba calor, esa revolución resistió porque hubo un pueblo que se quedó, por eso las principales bajas fueron civiles”.
“Tú me ves como empresario, pero si volviera a nacer no concibo no volver a vivir esa experiencia,; eso es lo que me ha enriquecido, eso yo lo idealizo”.
Refiere que “Asdrúbal y José Cuello contaban que cuando se juntaban con Caamaño él les decía que había sido anticomunista “porque creía que ustedes comían niños”.