CIUDAD DE MEXICO. — Filas de coches esperaban fuera de las gasolineras, día y noche, para repostar en la ciudad de León, una de las ciudades del centro de México que los días previos a Navidad se convirtieron en «un caos». Al menos así lo calificó Guadalupe López, una oficinista de esa ciudad del estado de Guanajuato que tuvo que recorrer ocho gasolineras para poder llenar el tanque de su automóvil. «Un trabajador me dijo que llevaban día y medio sin abasto y la noticia corrió como la pólvora».
Las colas se han repetido en otros puntos del país, pero éstas se suman a una serie de problemas combinados en torno a la gasolina —un tema que siempre genera gran rifirrafe político— y que han prendido el fin de año en México: la escasez, el anuncio de la subida de precios a partir del 1 de enero, los rumores de acaparamiento de combustible para especular con él cuando sea más caro, el miedo a que se dispare la inflación y la convocatoria de protestas contra el «gasolinazo».
El gobierno minimiza la situación pero los ataques en su contra se multiplican tanto desde la oposición como desde las redes sociales y los expertos apuntan a cuestiones estructurales como las raíces de fondo de los conflictos de estos últimos días.
Desde mediados de diciembre, Petróleos Mexicanos ha reconocido problemas puntuales de abasto por distintas causas: porque el mal tiempo impidió que descargaran buques con gasolina importada que llegaban al Golfo de México, porque las tomas clandestinas habían inutilizado temporalmente ductos clave, por compras de pánico.
Cuando el gobierno ofreció los detalles del ‘gasolinazo’, consecuencia del proceso de liberalización de la gasolina que se realizará durante todo 2017, aumentó la preocupación social y el miércoles la Procuraduría Federal del Consumidor anunció un operativo para detectar si algunas gasolineras estaban acaparando combustible para especular, un rumor cada vez más extendido.
Sin embargo, para los expertos el problema de fondo es otro: el colapso del sistema de refinación de petróleo y la falta de previsión del gobierno.
«Estamos ante el colapso total del sistema de refino de Pemex», explica a la AP el investigador de la universidad de Texas, Jorge Piñón. Por un lado, México refinó por primera vez en 2016 menos de un millón de barriles al día (en 2015, la cifra era de 1,65 millones), por lo que tiene que importar más gasolina —el país compra en torno a la mitad de la consume— y con el dólar muy alto. Por otro lado, la nación no tiene infraestructura adecuada para distribuirla ni para almacenarla.
Piñón da ejemplos: los barcos se acumulan en el Golfo de México porque el estado de Veracruz es un cuello de botella para descargar el combustible y los ductos para llevarlo hasta el centro del país están en muy mal estado y muchas veces llenos de tomas clandestinas.