Escritores ingleses en sus casas (Shakespeare)

Escritores ingleses en sus casas (Shakespeare)

Arreglando mi biblioteca, encontré un viejo libro ya con sus páginas amarillentas por el paso indefectible de los años: una edición infantil de una obra de William Shakespeare, “El rey Lear”. Este libro fue un premio que yo recibí en el tercer curso de la primaria. La obra conserva la dedicatoria de la profesora doña Enedina Puello Renville: “Al niño José Arturo Silié Ruiz por ganar el premio de aplicación y conducta de los cursos terceros, A y B”; esto se remonta a los 50. Dicha obra es una de las principales tragedias del escritor inglés, se desarrolla en la antigua Britania, más específicamente en la ciudad de Gloucester, trata del amor filial y de algunas bajezas humanas como la traición.
Con la obra en las manos me puse a meditar con nostalgia, y es sobre lo que deseo “conversar” hoy con mis amables electores. Me pregunté a mí mismo si fue desde ese entonces que empecé a admirar a los ingleses, o si fue más tarde por la militante admiración de mi padre por Winston Churchill. En el mundo angloparlante y otras partes del mundo, Shakespeare es considerado el genio sin parangón, un poeta, escritor excelso, uno de los más célebres de la literatura universal. El genial escritor tenía un vocabulario enormemente mayor que sus contemporáneos, usaba un desmesurado número de palabras diferentes en sus obras, creando una cantidad de palabras nuevas. Se considera que Shakespeare usó entre 15,000 y 17,000 palabras diferentes en sus obras. Genio incomparable que produjo numerosas creaciones, entre las que podemos mencionar: dramas de amor como “Romeo y Julieta”, sobre la ambición “Macbeth”, sobre los celos Oteloarrow”, sobre historia “Antonio y Cleopatra”, sobre la duda “Hamlet”, etc., etc.
El bardo, nació en Strafford-on-Avon en el 1564. Por eso se le conoce también como El Bardo de Avon. A mi humilde entender esta es una de las más bellas ciudades de Inglaterra, recrea gratamente la ciudad campesina de la antigüedad, pues conserva numerosas construcciones antiquísimas del estilo Tudor, que constituye el desarrollo final de la arquitectura medieval durante el reinado de los Tudor (dinastía que gobernó Inglaterra en el período 1485-1603), grandes casas típicas de madera (hoy costosísimas) con más de 500 años. La pequeña y hermosa ciudad está a dos horas en tren desde Londres: se toma el Inter-city en la estación de Marylebon. Al llegar a su ciudad originaria iniciamos el tour por la villa directo a la antigua casa donde vivió el escritor. La entrada a la casa natal se hace a través de una exposición. Luego se sale a un patio precioso donde sentí ver al pequeño William corretear en el entorno. Todas las habitaciones con los enseres de la época, cuidadas como si los usuarios estuvieran a punto de volver. El largo paseo incluye los hermosos jardines de Brancroft y termina en la tumba del poeta en la iglesia de la Santísima Trinidad, enterrado junto a su esposa Anne Hathaway, luego de pasear en barcaza por los canales del río Avon.
Pudimos disfrutar al atardecer en el hermosísimo restaurante 5 estrellas, el Loxleys, en 3 Sheep St., donde degustamos el menú pre-teatro: iniciamos con un Duck liver parfait (hígado de ganso en salsa de cherry) luego un Chateaubriand con glazed carrots (cremoso filete de res) y de postre un Black currant soufflé, acompañado todo esto con un exquisito vino francés, un Sancerre Domaine Durand. Posteriormente, logré luego realizar uno de mis sueños infantiles: ver la obra “El rey Lear” interpretada en su propio teatro originario, por la famosa Royal Shakespeare Company. La obra teatral se desarrolla en la Gran Bretaña medieval cuando los reyes tenían siervos y el pueblo pagaba tributos. El rey Lear, engañado por sus dos aduladoras hijas mayores Goneril y Regan, divide su reino entre ellas, mientras deshereda a Cordelia -símbolo del amor filial-, la que luego perdona a su padre, todo ello cargado con numerosas guerras intestinas, rivalidades y ambiciones. El rey Lear, casi moribundo de dolor lleva en brazos el cadáver de su hija menor, que fue ejemplo de amor filial, pero que él advirtió demasiado tarde. ¡Continuaremos con más en otra entrega!

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