Hoy buena parte del mundo pasa más tiempo frente a una pantalla que mirando a la cara de quienes son sus interlocutores. Es un marco anónimo de extrema individualidad y de profunda soledad que, además de nihilista, facilita nuevas formas de acoso en las que el poder adquiere otra connotación. La compañía virtual parece satisfacer la necesidad inveterada de socialización de los individuos.” Estremece la reflexión por veraz, es uno de los párrafos de “Tiempos Políticos Convulsos” una de las conferencias dictadas por Manuel Alcántara Sáez, el día 28 de enero, el contexto: la celebración del XII aniversario de la Escuela Nacional de Formación Electoral y del Estado Civil-EFEC-, creada gracias a la iniciativa de Julio César Castaños Guzmán, cuando fungía como presidente de la Junta Central Electoral -JCE- periodo 2006-2010-. La EFEC, es el órgano educativo de la JCE, su Escuela, tal y como consta en la Ley Orgánica de Régimen Electoral -15-19-.
El protagonista de la jornada, es politólogo, profesor, investigador. Sus credenciales son más que conocidas por estos lares. La Universidad de Salamanca es su alma mater, vasto el universo de sus seguidores que por doquier repiten el resultado de sus investigaciones y reflexionan a partir de sus asertos. Su bibliografía incluye “Gobernabilidad, Crisis y Cambio”, “Partidos políticos latinoamericanos: ¿instituciones o máquinas ideológicas?” “El oficio de político”, extensa su participación en observatorios, encuestas e investigaciones sobre el comportamiento electoral en América Latina y El Caribe. “La Esquina Desnuda…” es el costado íntimo que permite valorarlo más y mejor. Su aceptación para participar como invitado y unirse a la conmemoración, propuesta de la directora de la EFEC, Carmen Figueiras Prin, honró la festividad.“Elecciones en el Marco de las Democracias Fatigadas” fue la segunda conferencia, comentada por José del Castillo Pichardo y Danilo Clime.
Manuel ha visto mucho y ha visto bien. Conoce manejos, fantasías, razones y desencuentros de la intelectualidad y de la clase política urbi et orbi. Ausculta los prolegómenos de las calles tomadas, denuncia la soledad tras la algazara en el espacio público. Rechaza la imbecilidad con ínfulas que se pavonea en el túnel proceloso del tuiteo incesante. No cree en concesiones, envilecen, por eso no las hace. Menos en las complacencias para ganar aplausos o simpatía que para eso está el chotis y la taberna. Sus afirmaciones tienen la base del estudio y la comparación entre sistemas y épocas. Las publicaciones de su autoría son esperadas, algunos las leen sin lupa, otros usarán los hallazgos para perseverar, cambiar o evitar las consecuencias del desdén a la evidencia.
Quizás nunca pensó que le correspondería incluir en sus análisis el embate de las redes sociales, de la comunicación digital. “No hay ataduras familiares porque la familia o se ha reducido a la más mínima expresión o se hace-deshace- rehace- a una velocidad vertiginosa sin que haya posibilidad de consolidar un sentido de pertenencia y estabilidad. Los nexos religiosos se deterioran, cuando se construyen, como ocurre en el ámbito evangélico, tan exitoso en América Latina, siguen pautas de una diversidad de sectas que afloran por doquier, estableciéndose en locales como si se tratara de garajes o de pequeños comercios producen una atomización con vocación individualista.”
En “Elecciones en el Marco de las Democracias Fatigadas” afirma que: “La gran heterogeneidad de América Latina no impide señalar, como un denominador común, su estabilidad democrática como nunca en su historia desde un lapso tan prolongado que se inicia a finales de la década de 1970. Salvo Cuba, todos se han movido dentro de la democracia representativa como tipo de régimen político.”
A pesar de los nuevos retos y escenarios -concluye- perviven los procesos electorales libres, justos, iguales, competitivos, periódicos. La presencia de Alcántara Sáez sucedió en oportuna ocasión para la institución anfitriona. La JCE conoce esas fatigas denunciadas y la envergadura de los tiempos convulsos, esos que exponen la miseria humana pero también la grandeza. Tiempos de deserción ética y cobardía, también tiempos para la tenacidad y el arrojo.