El reelecto presidente del Gobierno español olvidó que la hidalguía inmortalizada por el pintor Diego Velázquez en su cuadro “La rendición de Breda o Las lanzas”, (siglo XVII), exhibido en el Museo del Prado (Madrid), resulta imprescindible para la gobernabilidad.
Esa hidalguía, que ha llegado a formar parte de la españolidad, estuvo inspirada en la reconquista española de la ciudad de Breda.
El cuadro representa al vencido burgomaestre de Breda entregándole las llaves de la ciudad al jefe de la expedición española encargado de reconquistarla. Lucen adversarios, no enemigos. Cuando el burgomaestre hace ademán de arrodillarse para entregárselas, es impedido por el reconquistador. Pone mano sobre hombro y le impide humillarse. Los vencidos fueron acogidos a pesar de las desproporcionadas lanzas que mostraban vencedores.
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Por eso extrañan bellaquerías de Sánchez aferrándose al poder a pesar de haber perdido las elecciones 23J. En lugar de tener la HIDALGUIA de entregarle las llaves del Gobierno al triunfador de esa batalla electoral, recurrió a inescrupulosidades de todo género para retenerlo: negoció con quienes postulan absurdo contrasentido de independizarse de España en un mundo globalizado. Y que además tienen cuentas pendientes con la Justicia.
Esa manifestación de hidalguía tuvo precedentes recientes. Cuando el PSOE fue derrotado en elecciones españolas para el Parlamento Europeo (1994), Felipe González no solo admitió su revés sino la calificó como “dulce derrota”.
La precaria legalidad así alcanzada por Sánchez para investirse, sumada a la falta de legitimidad por falta de hidalguía, dibujan una España difícilmente gobernable.
Las protestas contra Ley de Amnistía favoreciendo independentistas con la que Sánchez logró aferrarse al poder-y sus reacciones desviando atención, azuzando lucha de clases planteando dicotomía derecha versus izquierda, progresistas versus conservadores-avalan temores de desintegración y confrontación en España.
En un mundo donde priman respuestas bélicas a conflictos apuntando a conflagración mundial, la ingobernabilidad española abonaría repetir experiencias dolorosas al resurgir heridas no cicatrizadas causadas en Guerra Civil Española que precursó la Segunda Guerra Mundial.
Todo por bellaquerías de políticos obcecados.