Tras el aluvión de votos que ratificaron la hegemonía del conservador Partido Colorado, Paraguay debatía ayer si el presidente electo Santiago Peña gobernará con autonomía o será un simple delegado del exmandatario Horacio Cartes, señalado por corrupción, posición que podría condicionar relación con EEUU y con su propio espacio político.
En un resultado que sorprendió por su contundencia, no anticipado por encuestas, el economista Peña se impuso el domingo en elecciones generales con 42.74% de votos contra 27.48% del opositor Efraín Alegre, de la Concertación para un Nuevo Paraguay.
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Los colorados ratificaron su hegemonía en el poder por otros 5 años, manteniéndose como el partido gobernante más longevo de Sudamérica. Además de la presidencia, ganaron la mayoría de los escaños del Congreso, al que presidirán en sus dos cámaras, y 15 de las 17 gobernaciones en disputa.
La corrupción enquistada en las estructuras del Estado, con una burocracia que prácticamente no se ha renovado en 7 décadas; las deficiencias en los sistemas públicos de salud y educación; y la inseguridad, no alcanzaron para debilitar al Partido Colorado.