Un usuario brasileño de la red social X, antes Twitter, consulta publicaciones en un teléfono móvil en Brasilia el 31 de agosto de 2024. A pesar de la orden judicial de bloquear X en todo Brasil, emitida por el juez del Tribunal Supremo Alexandre de Moraes, algunos usuarios todavía pueden acceder a las páginas de la red social en el país. AFP - EVARISTO SA
Desde el bloqueo de la red X en Brasil por el juez del Tribunal Supremo Alexandre de Moraes, los empresarios han afirmado que la medida está perjudicando el clima de negocios en el país. La decisión crearía un ambiente de “inseguridad institucional” para las empresas que operan en Brasil y podría ahuyentar las inversiones extranjeras.
Moraes suspendió las operaciones y el uso de la plataforma en Brasil después de que X se negara a nombrar un representante legal en el país, en medio de sospechas de que la red fomenta la difusión de contenidos falsos y la incitación al odio. El propietario de la red, el multimillonario estadounidense Elon Musk, lleva meses peleando con el juez del Tribunal Supremo, al que acusa de intentar censurar la red.
El caso ha generado repercusión mundial – y llega una semana después de que el propietario de la plataforma Telegram, Pavel Durov, fuera detenido en París por incumplir órdenes judiciales.
“El mercado brasileño podría verse penalizado si algunos actores internacionales creen que el acceso es más difícil. Esto podría tener efectos negativos a medio y largo plazo”, reconoce Julien Maldonato, director de confianza digital de Deloitte.
“Pero un país debe ser capaz de intentar mantener una forma de soberanía en algunos asuntos, ya sea en los negocios o en la gestión de la comunicación y la información. Hay que intentar encontrar un equilibrio dinámico, porque con el tiempo estos equilibrios siempre serán cuestionados”.
Los intentos de control han afectado a las inversiones en China
A pesar de los numerosos intentos realizados en todo el mundo, controlar las plataformas digitales se ha vuelto casi imposible: ni siquiera los países abiertamente autoritarios pueden hacerlo, señala Nathalie Janson, profesora asociada de Finanzas en la Neoma Business School de Rennes.
“Esto plantea dudas sobre la capacidad de las empresas multinacionales para hacer negocios en estos países, si las reglas pueden cambiar de un día para otro. Es una cuestión que se plantea desde hace unos 10 años en China, que tiene un gobierno autoritario”, explica la experta en finanzas digitales.
“Tras los problemas con el empresario Jack Ma y las diversas prohibiciones de sus actividades, el clima empresarial se volvió obviamente desfavorable, y China vio caer la inversión extranjera. Así que creo que la pregunta es legítima en Brasil”.
La profesora evoca la delicada frontera de la libertad de expresión, que puede entrar en conflicto con las leyes de distintos países. Janson subraya que, en muchos de ellos, la X ha salvado vidas y ayudado a luchar contra regímenes opresivos.
“La presión a favor de una mayor regulación es importante para generar debate, para que la gente sepa por qué se quieren regular las plataformas. Sin embargo, no creo que esta presión tenga un impacto mayor del que ya hemos visto en Europa, que consiguió aprobar la Ley de Servicios Digitales”.
Para Musk, hay un doble rasero
El caso de Elon Musk tiene una especificidad respecto a otras redes sociales: el multimillonario hace un uso político de la plataforma que compró en 2022. Hace campaña a favor del candidato republicano Donald Trump en Estados Unidos y, en términos más generales, milita contra la izquierda.
Musk ha elegido a dedo las peticiones judiciales o gubernamentales a las que se negaría: en el 80% de los casos en todo el mundo, ha acatado discretamente las peticiones oficiales de suspender o cerrar cuentas X, señala Maldonato.
“Estamos viviendo estos nuevos equilibrios, en los que los poderes tecnológicos tienen más poder e impacto que un Estado. Musk puede utilizar su fuerza tecnológica y capitalista para influir en las corrientes de pensamiento dentro y fuera de su país”, afirma el consultor francés. “Piensa que prácticamente sólo hay un camino, la corriente de un mercado muy libre y libertario, y que el progreso sólo se hará así”.
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El enfrentamiento entre Musk y Moraes en Brasil ha impulsado el crecimiento de una red social competidora, Bluesky, que ha pasado de 6 a 8 millones de usuarios en poco más de tres días. Nathalie Janson, sin embargo, se muestra escéptica sobre el fin de la hegemonía de la antigua Twitter, anunciada desde que la red fue comprada por el polémico multimillonario.
“Hemos visto que movimientos alternativos como Mastodon no han llegado muy lejos en la competencia. Tengo la impresión de que en Brasil ocurrirá lo mismo”, afirma.
“Por supuesto que es bueno y saludable que haya competencia, pero creo que Twitter seguirá siendo la red de referencia, a pesar de sus enredos con la justicia”.
Julien Maldonato considera la posibilidad de que las redes funcionen más “en forma de archipiélago”, es decir, con más diversidad, según los intereses de los usuarios. “Pero la diversidad puede llevar a la fragmentación y el aislamiento: podríamos tener pequeñas islas digitales que ya no se hablaran entre sí.
Esto sería lamentable, pero no olvidemos que la tendencia de las personas siempre ha sido evolucionar a partir de fracturas: acaban uniéndose para alcanzar mayor escala y tamaño”, subraya.