En la dictadura la universidad fue patrimonio de una minoría privilegiada
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A partir de las últimas décadas del pasado siglo 20, el Sistema Dominicano de Instituciones de Educación Superior se ha ido transformando de manera muy significativa.
Su población estudiantil ha aumentado considerablemente; existe hoy una diversidad de instituciones del género con fines y funciones variadas; se han multiplicado y diversificado las ofertas de nuevas carreras profesionales junto a los programas de estudios que se cursan en las mismas.
En ningún otro momento nuestro el Sistema de Educación Superior ha experimentado mayores transformaciones y afrontado mayores retos.
El avance de la democracia en la República Dominicana y, como consecuencia de ello, la ampliación de las oportunidades de educarse, ha sido el motor generador de todas esas transformaciones a las cuales nos referimos en el párrafo anterior.
En tiempos de la dictadura trujillista, la Universidad Primada de América no era más que un coto cerrado, un patrimonio de una minoría privilegiada.
La influencia de la Pontificia y Real Universidad Autónoma de Santo Domingo en la sociedad dominicana es grandiosa.
Su origen data de los tiempos coloniales. La UASD es más vieja que la República, y en uno de sus grandes momentos llegó a ser la única institución universitaria de alcance nacional.
En tiempos del Gobierno de “los doce años” la UASD era el único espacio de la geografía dominicana donde era posible el ejercicio libre del sufragio, la libertad de asociación y de cátedra, y el libre debate de las ideas. A la vista de muchos, la Universidad Primada de América fue y lo sigue siendo “la conciencia crítica de la nación dominicana”.
Las autoridades del Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología han venido propiciando encuentros y discusiones entre expertos de otras universidades nacionales y extranjeras cerca de los problemas que afectan a nuestro sistema de instituciones de educación superior.
Hemos debatido temas como el de financiamiento, gerencia, uso de tecnología de punta en la conducción de los aprendizajes. También, hemos discutido con expertos de universidades problemas que afectan a nuestra casa de altos estudios.
Es lógico que al pensar en el futuro de nuestra educación superior tomemos muy en cuenta y analicemos como mucho cuidado lo que está ocurriendo en otras universidades, así como de qué manera esas ocurrencias pueden llegar a afectarnos.
En esas discusiones e intercambios de puntos de vistas hemos podido observar en algunos de nuestros jóvenes especialistas ciertas actitudes de seguimiento y de obediencia casi ciega a los dictámenes de los expertos extranjeros. Incluso, los hemos vistos usar sus mismos argumentos e imitar sus mismos gestos…
Creemos que si una persona de menos de 30 años no es capaz de sostener su punto de vista contrario al de una autoridad local o al parecer de un experto extranjero, está colocado en la vía de un futuro cercano a no servir para nada que valga la pena.
Compartimos la idea de que nuestra UASD debe cambiar en algunos aspectos pero para hacerlo no tiene por qué dejar de ser lo que en realidad es.
Creemos que por paradójico que parezca la Pontificia y Real Universidad Autónoma de Santo Domingo podrá cambiar en beneficio de la nación dominicana en la medida en que pueda permanecer siendo lo que ha sido y lo que es.
¿Por qué en vez de aceptar como hechos cumplidos la globalización de la economía, la política de mercados abiertos a la competencia internacional y la firma de acuerdo internacionales de libre comercio, los expertos de nuestras universidades no abordan con detenimiento y claridad el problemático tema de la globalización en su ambigüedad y en su raramente diferenciadas dimensiones? ¿Por qué no?