Cada 29 de abril se despliegan una serie de actividades con motivo del Día Nacional de la Ética Ciudadana, con el propósito de resaltar los principios y valores que deben guiar las conductas de las personas en su desempeño público y privado.
Este ejercicio no debe ser solo cada 29 de abril, sino todos los días en donde debemos entender la importancia del respeto a sí mismo y a los demás. Cuando una persona no se respeta a sí misma no se puede esperar respetar a los demás. Entender esta reflexión es difícil en una sociedad en que las virtudes y los valores se los exigimos a los otros y no nos miramos en un espejo para reflexionar que es lo correcto e incorrecto de nuestro diario vivir.
La ética como sistema de valores guía el comportamiento y permite tomar decisiones, de lo que está bien o lo que está mal, dentro de un marco moral que tomamos como punto de partida lo que nos han enseñado y lo que hemos podido aprender, pero que tiene que retroalimentarse para mejorar nuestro entendimiento de lo que debe ser correcto.
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En el ámbito público, la ética establece principios y normas obligatorias que se deben cumplir y hacer cumplir para el buen desenvolvimiento de la misión institucional
Para ello se desarrolla un marco normativo que se le denomina Código de Ética o Código de Comportamiento Ético, el cual debe ser obligatorio para todos los integrantes de una institución pública, correspondiendo a un Comité o Comisión la responsabilidad de gestionar y aplicar las medidas necesarias para asegurar la operatividad y efectividad de las normas en cuestión.
Cada servidor público debe conocer y actuar en función de los principios que rigen su desempeño; desde la cortesía o la discreción hasta la vocación de servicio o el uso efectivo de los recursos públicos. Para algunos, es una pérdida de tiempo; para otros, es el norte que debe regir al servidor público bajo una cultura de gestión humana claramente definida por la institución, con el propósito de generar confianza y credibilidad de la ciudadanía, destinataria final del servicio que se ofrece.
Las normas que conforman el Código de Comportamiento Ético adquieren importancia cuando son socializadas y asimiladas, convirtiéndose en hábitos colectivos, columna vertebral de la conducta del servidor público con lo que se garantiza el cumplimiento de la misión institucional.
Cuando una persona ingresa a una institución pública se debe de poner a su conocimiento la cultura institucional y los términos, misión, valores y principios éticos de conducta que la rigen, en el entendido que el cumplimiento es obligatorio para contribuir a un ambiente laboral en el que se garantice el respeto, la confianza y la credibilidad del servicio que se ofrece.
Bajo el entendimiento claro de lo aprendido, debe de firmar una carta compromiso, comprometiéndose a cumplir y respetar las normas éticas, así como participar en el fomento de un ambiente laboral idóneo y con vocación de servicio. Cada año se debe impartir de 6 a 8 horas, para repasar el compromiso adquirido, la conducta que debe exhibir, las prohibiciones, incompatibilidades y el sistema de consecuencias.
Este aprendizaje que adquiere el servidor público, también lo comparte en la relación personal con sus pares, a los fines de fomentar una cultura de valores en el plano personal. Esta reflexión es una invitación a mirarnos y observar nuestro entorno, en el entendido de que la ética se aprende y ese conocimiento debe cada día renovarse para que nuestro comportamiento sea cada día mejor.