Si el propósito del expresidente Danilo Medina era llamar la atención, provocar reacciones en el mundo político para que sepan que está vivo y viable y dispuesto a defender su legado, habría que reconocer que logró su objetivo.
Su afirmación de que el PLD perdió las elecciones porque la gente se cansó de estar bien no dejó indiferentes ni a propios ni a extraños, y sospecho que muchos peledeístas están sorprendidos, y otros tantos estupefactos, al conocer la nueva versión sobre la causa de su derrota.
Precisamente por eso ha provocado tantas reacciones de rechazo en las redes sociales, donde mucha gente ha estado preguntándose si el exmandatario, como consecuencia del estrés al que ha estado sometido, perdió la chaveta, o simplemente está buscando excusas, no importa qué tan disparatadas puedan llegar a ser, para justificarse ante los suyos y preservar su liderazgo.
Pero si bien es cierto que con ese tipo de declaraciones su regreso al ruedo político ha logrado concitar mucha atención, parece evidente también que los peledeístas no están dispuestos a reconocer, ni privada ni públicamente, las verdaderas causas de su salida del poder.
Entre las que figura, como sabe todo el mundo, la rampante corrupción con la que insultaron a una sociedad a la que le estrujaron en la cara, sin ningún pudor ni comedimiento, sus riquezas mal habidas y su arrogancia de comesolos.
Ese proceso de autocrítica y reflexión que les permita examinar, con honestidad y sin autoengaños, los errores cometidos, sigue pendiente.
Y todo indica que mientras el expresidente Medina controle las riendas de la organización nunca se producirá, pues no se le ve dispuesto a asumir la cuota de responsabilidad que le toca, que no es poca, en la debacle del PLD.