Las potencias occidentales se reconocen cada día más débiles y vulnerables ante la excepcional potencia y dinámica de la economía china y recurren a cualesquiera subterfugios y argucias que se les ocurra para justificar como huir de la competencia justa. Recurren ahora a protecciones y restricciones de toda clase. Los que alguna vez fueron los adalides de la libre competencia y el mercado libre y pregonaban a la globalización como una bendición para el desarrollo, ahora son proteccionistas por excelencia amparándose en supuestas amenazas a la seguridad nacional o, a su último engendro, el “exceso de capacidad”, con lo que describen un fenómeno económico que ellos mismos practican porque es natural y espontáneo, constituyendo una reacción ante el mercado.
Para que se comprenda en todo su alcance dedicaré varios artículos al tema empezando por una breve explicación conceptual que nos permita apreciar toda la hipocresía y hasta cinismo que desbordan algunos funcionarios. El presidente Joe Biden y Ursula von der Leyen, de la Comisión Europea, parecen no encontrar asesores que, con mucha inteligencia, le propongan que si temen competir opten por cooperar lo que redundaría en un “ganar-ganar”.
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Desde que Adam Smith, junto a David Ricardo, padres de la economía moderna, publicó “La Riqueza de las Naciones” en el siglo XVIII, mostró que ningún país se desarrolla con proteccionismo ni puede ser autosuficiente. Se impuso la división internacional del trabajo donde cada cual produce aquello en lo que es más eficiente e importa lo que otros producen con mayor eficiencia. Es la base del comercio internacional. Desde los 90, con la creación de la Organización Mundial de Comercio se fijaron normas que garantizasen el libre comercio. Una de las naciones más sancionada fue EEUU. Ahora la tienen paralizada con maniobras geopolíticas para seguir violando las normas de libre competencia.
Quieren que China contraiga la capacidad de sus industrias para que la de ellos, que reconocen menos eficientes, tengan más mercado. Que China se debilite voluntariamente para ellos ser mas fuerte. En Beijing no hay “exceso de capacidad” porque en el mundo hay déficit de las tecnologías para nuevas energías que quieren frenar en China. Evidentemente Occidente si padece de déficit de competitividad.
Si EEUU, que el expresidente Jimmy Carter describió como el más guerrerista del mundo, invirtiera menos en la industria militar y más en eficiencia mejoraría su competitividad.