En Junio 5, México celebró comicios para elegir 20,000 funcionarios incluyendo al presidente del país, 500 diputados, 150 senadores, 9 gobernadores y el jefe de ciudad de México abarcando el importante Distrito Federal.
Después de varios fracasos de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) procurando la presidencia, en 2018 AMLO ganó las elecciones constituyéndose presidente por el sexenio (2018-2024). Poco tiempo después de iniciar su gobierno AMLO señaló a Claudia Sheinbaum como candidata de Morena para que fuera candidata a la gobernación de Ciudad de México y del Distrito Federal. Así los analistas políticos entendieron que Claudia sería seleccionada por AMLO como candidata de Morena a la presidencia en 2024. A pesar de esas suposiciones Claudia actuó prudentemente y se dedicó a ejercer su trabajo como jefa del Distrito Federal, en lugar de hacer laborantismo político dentro de Morena, esta prudencia se basaría en un mandamiento inviolable de la política mexicana que proclama: “Quien se mueve no sale en la foto”.
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Esa prudencia se resalta a sabiendas que dentro de Morena existían otras mujeres que tenían un historial de activismo político más notorio que el de Claudia. No obstante, AMLO eligió a Claudia sabiendo que las elecciones no se ganan exclusivamente con votos partidarios y que los candidatos triunfadores necesitan tener el apoyo de sectores externos y de sociedad civil incluyendo grupos académicos que valoran positivamente la formación intelectual de los candidatos. Claudia es doctora en temas ambientales y energías renovables. AMLO sabía, por experiencia propia, que aunque siempre ha sido el líder indiscutible de Morena en varias ocasiones perdió elecciones buscando la presidencia del país. Es decir, que los votos unánimes de Morena no bastaron para ganar la presidencia en varias ocasiones.
Con esa experiencia AMLO descartó la elección de otras candidatas por Morena y selecciono a Claudia pues ella contaría con votos extra partido y de la sociedad civil que la convertirían en la primera mujer presidenta de México en toda la historia.
Dentro del decálogo inviolable político mexicano siempre se tiene en cuenta que el presidente de la Madrid tuvo en su gabinete como estrella indiscutible al carismático, capaz y eficiente Jesús Silva Herzog (Chucho) que gozaba de un prestigio interno e internacional insuperable. Por tal razón en México y el extranjero se daba por seguro que sería seleccionado por de la Madrid para sucederlo en la presidencia del país.
Bastó que Chucho imprimiera una tarjeta navideña con la foto de él y con un porte tan gallardo que hacia sospechar que esa foto era el inicio de una campaña promocional para la presidencia y las repartiera a toda la estructura gubernamental y a todos los dirigentes del partido dominante PRI. Desde ese momento de la Madrid descartó a Chucho como sucesor y decidió nominar como sucesor a Carlos Salinas de Gortari. Ratificándose que: “Quien se mueve no sale en la foto”.
Ratificándose que cualquier presidente no quiere tener un sucesor que llegara a ese puesto por sus propias fuerzas y no por ser seleccionado por el ejecutivo a quién sucedería, por tanto, debería agradecerle a su antecesor que le hubiera otorgado la gracia de ser presidente. Claudia deberá agradecerle a AMLO en esta vida y su reencarnación el hecho de que la haya consagrado como presidenta de México señalándola como su sucesora. Eso formó parte del ritual tradicional del PRI que gobernó 71 años consecutivos y que cada presidente, como si se tratara de monarquía, tenía derecho a elegir su sucesor nominándolo candidato del partido gubernamental.
Por ello Vargas Llosa indicó que en México el PRI estableció lo que podía calificarse como una “Dictadura perfecta” con elecciones condicionadas, aparentemente democráticas pero se sabía de antemano que el candidato oficialista sería triunfador. Lo que pasó por 71 años con el PRI ocurrió ahora con el caso de AMLO y Claudia. Tomando en cuenta la importancia de Mexico en Latinoamérica es posible que de ahora en adelante haya una racha de gobernantes femeninas, sin repetirse lo que pasó con la presidenta chilena Bachelet: Una golondrina de un solo verano y de un solo país, igual que la brasileña Rouseff.
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