Extraña desaparición de Thelma Frías

Extraña desaparición de Thelma Frías

Thelma Frías

El 1ro. de octubre de 1971 corrió como pólvora en Santo Domingo la noticia de la extraña desaparición en Caracas de la profesora petromacorisana Thelma Frías Montalvo de Rodríguez, de 56 años, conocida en el medio político por su laborantismo controversial cuando fue senadora de la Capital por el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), en 1963, durante el breve mandato constitucional del profesor Juan Bosch.

De acuerdo a las agencias internacionales de prensa, la señora Frías, cónsul dominicana en la capital venezolana, habría sido secuestrada en la mañana del día anterior al salir de su apartamento en el barrio caraqueño El Paraíso, centro de la ciudad, por la denominada “Unidad Técnica de Combate Rudas Mezones”, un comando guerrillero de Las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN) que en 1963 raptó con éxito al futbolista argentino Alfredo Di Stefano, integrante del conjunto español «Real Madrid», considerado el mejor jugador de su tiempo.

La primera persona en notar la ausencia forzada de la cónsul dominicana, fue una empleada del área de limpieza de la oficina consular, de nombre Argentina Ramos, quien observó en el piso -mientras barría- una hoja de papel que había sido filtrada por debajo de la puerta, con un escrito que afirmaba que dicho comando había puesto en marcha una operación de secuestro contra la dama y anunciaba que en las próximas horas se comunicarían con su familia para exponer sus reclamos.

La conserje le pasó el papel a Ángel Castellanos, un estudiante dominicano de 24 años que laboraba en el consulado y pertenecía al círculo íntimo de la señora Frías, por estar hospedado desde hacía cuatro meses en su apartamento, y este procedió enseguida a telefonear a un sobrino de su estimada anfitriona, el vicecónsul Fausto Fabián Frías, quien llevaba dos días en Santo Domingo, para que diera a conocer la alarmante novedad en la capital dominicana.

Puede leer: Jorge Pineda «JOY»: que nadie asocie a mi nombre la tristeza

El funcionario consular se comunicó en la Cancillería con el vicepresidente de la República, licenciado Carlos Rafael Goico Morales, quien ocupaba transitoriamente las funciones de canciller, en ausencia de su titular, el doctor Jaime Manuel Fernández González, y este conversó telefónicamente con el presidente Joaquín Balaguer sobre el hecho desafortunado, de manera que poco después el embajador dominicano en Venezuela, periodista Rafael Bonilla Aybar, recibía instrucciones claras y precisas para que colaborara con las autoridades de esa nación en el esclarecimiento de ese penoso episodio.

La primera declaración pública de parientes de la señora Frías la hizo su hermano Dhimas, durante una visita a la sede de la Secretaría de Estado de Relaciones Exteriores, donde manifestó que su familia no tenía dinero para pagar el millón de dólares que exigía el grupo subversivo para liberarla; por lo cual pidió al Gobierno interceder ante las autoridades venezolanas para que salvaran la vida de la cónsul aparentemente raptada.

Esa misma noche, Dhimas Frías viajó a Venezuela, para participar en la mañana del día siguiente en una rueda de prensa convocada por el embajador Rafael Bonilla Aybar, donde pudo percibir una variación en la posición inicial de cautela que había mostrado el diplomático al hablar de “misteriosa desaparición”, pues dijo, en esta ocasión, que si se comprobaba que había secuestro tendría que ser relacionado con el surgimiento en Santo Domingo de un movimiento político empeñado en desprestigiar la obra de Gobierno del presidente Balaguer, que estaría dirigido por partidarios del profesor Juan Bosch.

Este planteamiento político alarmó a Dhimas Frías y su familia, al ver reanimada la antigua animosidad de Bonilla Aybar y Thelma Frías, matizada por la pasión y el odio desmesurado que primó en la época en que el famoso periodista, representando a las fuerzas conservadoras del país, era el principal crítico del Gobierno de Juan Bosch y la legisladora perredeísta era la principal colaboradora del exmandatario, encabezando como vicepresidenta del Senado el operativo de las cancelaciones impopulares, conocido por el nombre de “La aplanadora”, para sacar de las oficinas públicas a notables servidores del régimen trujillista y poner en su lugar a los militantes y simpatizantes de su partido.

En sus peroratas diarias por la emisora «La Voz del Trópico» y en su periódico “Prensa Libre”, Bonilla Aybar fijó su puntería verbal en el jefe de Estado y la senadora del Distrito Nacional, quien a su juicio era el lado débil y problemático del régimen perredeísta, ya que, además de dirigir la aplanadora, defendía a capa y espada el proyecto de reforma constitucional para establecer la sociedad democrática de 1963, que originalmente contemplaba, en uno de sus artículos, excluir el concordado firmado el 16 de junio de 1954 por el Gobierno de Rafael Leónidas Trujillo y la Iglesia católica.

La senadora Thelma Frías realizó entonces la antipática tarea de confrontar a la alta jerarquía eclesiástica desde el Senado, siendo tildada de atea por el presidente del Partido Unión Cívica Nacional, doctor Viriato Alberto Fiallo Rodríguez, quien le imputó haber ordenado a sus seguidores que descolgaran un cuadro de la Virgen de la Altagracia que estaba colocado en una de las paredes del salón donde se celebró la primera convención nacional perredeísta, los días 19, 20 y 21 de octubre de 1962, en el Ensanche Ozama, del antiguo Distrito Nacional.

A la controversial legisladora también se le atacó por su adhesión vehemente a la filosofía hostosiana, pues promovía en el Congreso Nacional una reforma educativa para establecer la escuela laica que limitaría el predominio de los colegios católicos en la administración de la enseñanza básica.

Esa iniciativa originó que con el apoyo de la Iglesia y el visto bueno de la embajada de los Estados Unidos, la Unión Cívica Nacional organizara las contundentes manifestaciones de reafirmación cristiana que contribuyeron al golpe de Estado del 25 de septiembre de 1963.

Declaración de Bonilla suscita polémica

El desconcertante ataque del embajador Bonilla Aybar a parciales de Bosch que supuestamente dirigían una campaña de descrédito contra el Gobierno del doctor Joaquín Balaguer, relacionada con el caso de Thelma Frías, provocó un editorial del periódico Última Hora, el 2 de octubre de 1971, lamentando que la desaparición de la cónsul dominicana estuviese envuelta en la nebulosa de la confusión y generara mucho escepticismo y desconfianza en el interior del país y en el extranjero.

El profesor Juan Bosch, en su condición de líder y presidente del partido blanco, rebatió con energía a Bonilla Aybar y calificó su ofensiva de “calumnia asquerosa”, añadiendo las siguientes palabras: “Como no puedo rebajarme a pedirle una rectificación a un sujeto de la calaña de Bonillita, se la pido al gobernante que le ha dado categoría de embajador o al que representa a ese gobernante en la Secretaría de Relaciones Exteriores” (que era en ese momento el vicepresidente Goico Morales, en ausencia del canciller Jaime Manuel Fernández).

La posición del líder político fue expuesta en una alocución dirigida al país por el programa radial “Tribuna Democrática”, órgano oficial de su partido, donde dijo que si él fuera presidente de la República o secretario de Relaciones Exteriores y un subalterno suyo hubiera dicho del doctor Balaguer lo que Bonilla Aybar decía de él, en ese mismo momento hubiese desautorizado esa infamia antes de que Balaguer se lo pidiera.

Bosch recordó que “según han dicho los familiares de la señora cónsul del Gobierno dominicano en Venezuela y las autoridades de aquel país y los propios secuestradores, en las notas escritas que les han enviado a los familiares de la cónsul, esta fue secuestrada por un comando de esa organización, es decir, de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional o FALN”.

También censuró a Balaguer por haber nombrado como embajador en Venezuela al periodista Bonilla Aybar, señalando que un presidente que respeta a su país no nombra nunca como embajador ante un Gobierno amigo a personas moralmente descalificadas, y recordaba que un embajador no solo representaba al pueblo dominicano en Caracas, sino que también era el representante personal del presidente de la República Dominicana ante el presidente de Venezuela.

Bosch agregó que estaba enterado de buena fuente que la declaración hecha en su contra por Bonilla Aybar, acusándolo de dirigir una campaña para desprestigiar al doctor Balaguer, respondía a “órdenes del Gobierno dominicano”.

“Debo decir, además, que ayer, antes de que se conociera aquí lo que dijo el tal Bonillita, en un barrio de la Capital donde viven muchos militares estaba diciéndose que yo fui quien ordenó el secuestro de la señora cónsul”, manifestó Bosch.

La verdad era que el profesor Bosch tenía mucho tiempo desvinculado de la señora Thelma Frías Montalvo de Rodríguez, quien colaboró con el triunfo de Balaguer sobre él, en las elecciones del primero de junio de 1966, y aunque no militaba en el Partido Reformista, era una figura sobresaliente en el grupo de experredeístas que se integró al nuevo Gobierno, obteniendo para ella una designación consular en Aruba (Antillas Neerlandesas), para luego lograr que el presidente Balaguer la nombrara cónsul en Curazao y finalmente en Caracas.

Historia de Thelma Frías

Para que se conozca la historia de Thelma Frías, diremos que esta mujer nació en Santo Domingo el 22 de febrero de 1915, en el seno del matrimonio formado por los señores Dhimas Frías y Consuelo Montalvo de Frías, y que siendo muy joven se dedicó al magisterio, laborando por muchos años en una escuela de San Pedro de Macorís, estando casada con el señor Ramón E. Rodríguez.

En el año 1941 incursionó en la vida política, en el apogeo de la dictadura de Trujillo, destacándose por ser la primera mujer en integrarse a un movimiento clandestino antitrujillista conocido con el nombre del educador puertorriqueño Eugenio María de Hostos; y en 1948 pasó a formar parte de una agrupación que tomó el nombre de “Alfa y Omega”, que abogaba por la revolución intelectual mediante la educación de los núcleos juveniles en los centros urbanos.

Diez años más tarde, la señora Frías sobresaldría en la actividad clandestina, al dar albergue a varios de los jóvenes promotores de las ideas y lucha de los héroes y mártires de la gesta gloriosa de junio de 1959; siendo por esa razón arrestada y torturada, y luego -el 8 de agosto de 1959- obligada a firmar un manifiesto anticomunista de adhesión a la causa trujillista, que fue denominado “Diez razones de mi anticomunismo”, dirigido al presidente de la Cámara de Diputados de entonces, el licenciado José Ramón Rodríguez, donde se confesaba enemiga del socialismo soviético, duartiana, nacionalista y seguidora de Trujillo, porque su Gobierno fomentaba “el trabajo, la industria, la cultura y la paz, y patrocinaba “la previsión social”, al tiempo que resguardaba la salud pública, elevaba el nivel de vida de los obreros y reivindicaba su condición ciudadana.

La historia de Thelma Frías dentro del antiguo partido blanco es harto conocida, pues estuvo presente en importantes eventos de esa organización política desde el 5 de julio de 1961, cuando se produjo la llegada al país desde el exilio de don Ángel Miolán y los demás integrantes de la denominada «Comisión de la Libertad».

Ella asistió a la instalación de Miolán y sus compañeros Nicolás Silfa y Ramón A. Castillo en el segundo piso de la casa No. 13 de la calle El Conde, en la Ciudad Colonial de la Capital, y sobresalió como la primera secretaria de Asuntos Femeninos del PRD, como su primera senadora de la Capital y la primera subdirectora de la Escuela de Formación Política “Simón Bolívar”, un centro de adiestramiento ideológico sumamente dinámico, dirigido de manera personal por el profesor Bosch, que sirvió para instruir a los primeros cuadros políticos que tuvo la organización en materia de teoría política sobre la izquierda democrática y en la ideología del nacionalismo revolucionario, que fue el fundamento doctrinario del programa de gobierno perredeísta en 1963.

La señora Frías abandonó su partido en 1964, estando en el exilio, tras sostener marcadas divergencias ideológicas con Bosch. Se unió a un grupo de perredeístas disidentes, orientado por Miolán, que se dedicó a combatir las ideas boschistas. Su alejamiento de la actividad partidaria fue tan hondo, que en julio de 1967 declaró a la prensa que aunque se sentía aún perredeísta, no volvería a su partido mientras estuviese dirigido por Bosch, o por José Francisco Peña Gómez, quien lo encabezaba en ese momento, en razón de que Bosch se encontraba en Benidorm, España, escribiendo la Tesis de la Dictadura con Respaldo Popular y otros ensayos de literatura e historia, y ella entendía que ambos habían desviado al perredeísmo de su línea democrática original.

Investigación de la desaparición

Al transcurrir setenta y dos horas de la desaparición de la cónsul de la República Dominicana en Caracas, la Policía continuaba despistada en cuanto a su localización, aunque la seguían buscando de manera afanosa, disponiendo un claro control en los distintos puntos de acceso a la ciudad de Caracas, y en toda Venezuela se ponía en marcha un gran movimiento investigativo, que envolvía a más de siete mil policías que laboraban “ojo avizor” buscando dar con su paradero, siguiendo las instrucciones del presidente Rafael Caldera, quien dispuso que todo el Gobierno colaborara con los servicios de investigación para desvelar este misterioso hecho.

De su lado, el presidente Balaguer, en Santo Domingo, se mantenía debidamente informado de todo cuanto ocurría en Venezuela; y el encargado interino de la Cancillería, el vicepresidente Goico Morales, mantenía contacto permanente con el embajador Bonilla Aybar y con las autoridades venezolanas, siguiendo cada detalle de la investigación policial, aunque no se percibía ningún rayo de luz que desvaneciese las brumas sobre la ubicación de Thelma Frías, quien había desaparecido el miércoles 30 de septiembre en el barrio Bella Vista de Caracas, cuando se dirigía hacia el consulado, en el centro de la ciudad.

La familia de la exsenadora y cónsul dominicana en Caracas estaba muy preocupada porque las cosas seguían iguales, y a las 72 horas del acontecimiento no se sabía nada de su destino. Su sobrino Fremy Frías ofreció unas declaraciones en su casa de Santo Domingo, para descartar que los presuntos secuestradores fuesen dominicanos, ya que estuvieran enterados que su familia no tenía dinero para pagar el millón de dólares que exigían de rescate.

El joven Frías pidió al Gobierno de Venezuela suspender la persecución contra los secuestradores, por temor a que si se producía un encuentro a tiros, su pariente resultase lesionada; y responsabilizó a las autoridades caraqueñas de cualquier cosa mala que le sucediera a su tía si continuaban la intensa actividad desplegada en su búsqueda. Agregó que su familia prefería negociar con sus captores y producir un rescate sin inconvenientes.

El día 3 de octubre se filtró una información en los medios de prensa de Venezuela que indicaba que la Policía tenía varias personas presas por el caso Thelma Frías, y que en las próximas horas darían un informe contundente de la evolución de las indagatorias; mencionándose entre los posibles interrogados a un antiguo oficial de la Fuerza Aérea Dominicana, llamado John Ávila, quien se había constituido en una especie de intermediario con los presuntos captores, según dijo para producir una liberación negociada de la señora cónsul.

Un poco más tarde trascendió que la Policía de Caracas tenía una pista segura del lugar del secuestro, y al respecto se dijo que se había producido un intercambio de informaciones entre las autoridades venezolanas y las dominicanas, lo cual adquirió el sello de la veracidad al anunciarse horas después que la Oficina de Prensa del Palacio Nacional estaba convocando a una rueda de prensa, en la que se anunciaría, como en efecto ocurrió, la destitución de la señora Thelma Frías de Rodríguez y el nombramiento del doctor Manuel Álvarez Valverde, como el nuevo cónsul general en Caracas, mediante el decreto No. 3133, expedido por el Poder Ejecutivo, que le adicionaba funciones de ministro consejero de la embajada dominicana en Venezuela.

Ese decreto destituyó también al joven Fausto Frías, sobrino de la desaparecida, del puesto de vicecónsul.
El día 4 de octubre, el mundo entero se enteraría que en horas de la madrugada había sido localizada la cónsul que se creía secuestrada, en un barrio situado a unos 10 kilómetros de Caracas. La Policía había entrado de manera forzada a un apartamento propiedad de la pintora venezolana Ángela Zago de Bustillo, quien dos días antes se había marchado a México, y tras romper la puerta de una de las habitaciones, se encontró con la sorpresiva visión de que allí estaba profundamente dormida, sobre una cama portátil, la señora Frías de Rodríguez, vistiendo una ropa distinta a la que llevaba cuando salió de su hogar en la mañana del miércoles 30 de septiembre.

El anuncio sobre su localización, sana y salva, en una barrio al sur de Caracas, se hizo público inmediatamente el Gobierno de Venezuela supo que la señora Frías de Rodríguez había destituida de su cargo consular, y en ese momento la palabra «secuestro» fue borrada del caso, sustituyéndose por la frase: «estuvo en reclusión voluntaria».

Luego de ser interrogada por los organismos de inteligencia en Caracas, la excónsul fue extrañada de Venezuela la tarde del 4 de octubre, viajando rumbo a Santo Domingo en compañía de sobrino y del estudiante dominicano Ángel Castellanos. A su llegada al Aeropuerto Internacional de las Américas, afirmó que había sido víctima de una conspiración internacional de las extremas izquierda y derecha, y acusó al embajador Bonilla Aybar de dañar su imagen, insistiendo en que fue secuestrada por la FALN, y que la propietaria del apartamento donde fue hallada formaba parte de la conspiración.

En la ocasión se defendió con el mismo ímpetu y la fogosidad que manifestaba en apoyo de sus ideas políticas, reiterando que Bonilla Aybar le había tendido una trampa. Luego entró en una nueva etapa de reclusión voluntaria y se apartó para siempre de la acción política.

Más leídas