La pintura, suma fértil de ternura, ilusión, profundo sentir expresión desgarrada de los quehaceres del alma, es, sin dudas, la más bella expresión que el hombre artista aporta al espíritu de los seres sensibles.
Extraña expresión del hombre: es sueño, compromiso, utopía, verdad. El enjambre humano que conforma la convulsa sociedad, las circunstancias disímiles que toman partido en ella, la fuerza implacable del tiempo, los intereses de clases que pugnan por un mejor lugar dentro de la misma, los influyentes quehaceres políticos; todo ese tinglado de cosas, transforman el contenido económico y social de una sociedad maleable, que transita por este mundo con una dependencia total del más fuerte elemento que prima en cada momento histórico.
El artista y el arte, componentes de suma excelsitud de la misma sociedad, como focos históricos que atisban con ojos avizores y esponjas del acontecer, son los llamados, junto a las ciencias sociales y a los historiadores, a dejar una impronta, un relato subjetivo, que deja un saber y una huella a los tiempos venideros.
El artista no será un narrador frío , escueto, lógico y simple de lo acontecido, será un intérprete con otras características, será un feliz comensal, que pleno de profunda sensibilidad al través de su forma de expresarse, hablará de amor, tragedia, belleza, poesía; hablará con su lenguaje onírico, nos dirá todo con palabras expresivas, matizadas del más hermoso color, unas veces testimonial claro y preciso; y otras, confusos trazos, pedazos del alma mostrándole al mundo que el arte es la más bella sensación del hombre, que el arte es el más agradable mensajero de la belleza.
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La pintura, trastocado embrujo que acoda en sus entrañas testimonios, ilusión, sueños, utopías y ese dejo de locura, nos habla de un noble sentir del espíritu. Recado a los demás de algo diferente, confuso, extraño, elocuente, pero recado que se asoma al alma y toca al más profundo rincón del sentimiento.
La pintura, translúcida alegoría preñada de color, de angustia y alegría, aventura de sueños y temores, tierna y frágil como la bruma; serena, insurrecta, epitafio donde el hombre artista nos dice de lo hermoso y trágico de la vida misma.
El arte, paloma de vuelo alto, rito de esperanza, canción afinada, himno y palabras de los caros sentimientos, fachada del amar, resabio de los Dioses, retablo de las cosas bellas, friso de angustia de canto y poesía.
Cuando el mundo y la mayoría de sus seres que lo habitan empiecen a comprender el arte, a sentirlo, a quererlo; entonces, Davinci, Miguel Ángel, Goya, Rafael, Diego Rivera, María Callas, Plácido Domingo, Caruso, RolandoVillazón, la Pavlova, Niginski, Baryshnikov,Nureyev, Alicia Alonso, Beethoven, Verdi, Chopin serán nombres familiares a su memoria y el universo será un tibio nido, las utopías serán realidad, la franqueza y la armonía reinarán.
Será un mundo mejor, un mundo lleno de amistad y amor, un mundo cierto, el lugar ideal para vivir y morir en paz.
P.D. Estas palabras que he escrito sobre el arte me tienen algo confundido. ¿Alguien me las contó o todo ha sido un sueño?
Yo sentía una voz extraña que me decía al oído casi como un susurro y con un agradable timbre, cálido e íntimo, muchas cosas que agradaban pero que no comprendía. ¿Sería esa la persona que me contó todo? No pude reconocer su voz, ¡qué pena!
Me sedujo algo extraño y hermoso. Me encontraba en un lugar paradisíaco. El agua brotaba de fuentes de colores y alegres manantiales de cristalinas aguas, bañaban un perfumado jardín de rosas, claveles y violetas; y a lo lejos, recostadas del cielo azul y claro, siluetas de figuras nunca vistas que danzaban al compás de una música alegre y lejana.
Todo era esplendoroso y yo parecía un personaje ingrávido flotando entre las nubes que hacían más bello el paisaje. De repente todo ese mundo raro y desconocido desapareció.
Claro; desperté, miré al techo y me dije: “todo fue un sueño” y recordé con suma tristeza las viejas palabras de un sabio letrado “Los sueños, sueños son”.
El pintor, solitario hacedor de los misterios de la creación, santuario de la belleza, rescoldo de un desgarrado retazo de color y gracia, trotamundo de infinitos caminos sin rumbo fijo, sin destino, con su arsenal de amor como cobija y la gracia infinita del arte, grato regalo de la vida..