Extraña restricción a la energía solar

Extraña restricción a la energía solar

Reglas absurdas y onerosas que parecen dirigidas a proteger capacidades instaladas que persisten con estragos sobre finanzas públicas están restando alcance al astro rey como fuente inagotable de energía gratis al menos para los hogares y negocios de los dominicanos del montón. La instalación de paneles solares sobre techos de la geografía nacional para el auto consumo y proveer excedencias de kilowatts al sistema primero deben vencer obstáculos burocráticos que serán acentuados con un reglamento insalvable y masivamente disuasorio. Un Estado renunciando a librarse, siquiera parcial y paulatinamente, de todo lo que significa tener en pie como casi único financiador una estructura de producción y comercialización energética hundida por una descomunal falta de rentabilidad, sobreviviendo por transfusiones de un sector público que no ha perecido porque siempre ha encontrado a quien le preste hasta para pagar intereses de deudas anteriores. Un comportamiento hemorrágico para el patrimonio nacional atacado por déficits de cobranzas por el suministro de un fluido que defectuosamente el ente sustituto se encarga de comercializar o pagarlo a sobreprecio a empresas privadas poderosas que proveen el insumo y a las que nunca llegan las consecuencias negativas de un mercadeo con características de barril sin fondo.

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La exCorporación Dominicana de Electricidad, está fraccionada en gestiones administrativas descentralizadas que implican crecimiento burocrático con autonomía para gastos operativos y de sueldos en la modalidad que ha convertido al Estado dominicano en fuente de ingresos excepcionales a sus servidores y que de todos modos, está lejos de reducir sus pérdidas en redes y engranajes de transmisión de una antigüedad que resta eficiencia. Sobre ese paquetón de entes paridos por la fracasada CDE existe una coordinación para obviar la dispersión a cargo de la Superintendencia de Electricidad, batuta y constitución de la que emergen las duras restricciones que se interponen al libre acceso del pueblo llano a los benéficos rayos luminosos que llegan del espacio sin tener que pagarlos; siendo este país de los que más kilovatios por hora recibe del sol sin que nadie, desde el infinito, se la facture. El Gran Arquitecto de la creación no se mete en eso.

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