Zimbabue. El presidente de Zimbabue, Robert Mugabe, debe reconocer el “deseo insaciable” del país de un cambio de liderazgo y renunciar de inmediato, afirmó el martes el destituido ex vicepresidente y probable sucesor del mandatario de 93 años.
Las declaraciones de Emmerson Mnangagwa, que fue despedido este mes, aumentaron la enorme presión sobre Mugabe para que renuncie tras casi cuatro décadas en el poder, en las que pasó de ser un campeón de la lucha contra el gobierno de la minoría blanca a que le considerase responsable por el colapso de la economía, la disfunción del gobierno y las infracciones a los derechos humanos.
El partido gobernante, ZANU-PF, tenía previsto iniciar el martes el proceso de impugnación contra Mugabe, después de que su Comité Central votara a favor de destituir al mandatario líder de la formación y escogiera a Mnangagwa en su lugar. Esta decisión podría permitir que el ex vicepresidente asuma la jefatura del estado. Mnangagwa fue durante décadas el encargado de la mano dura en el gobierno de Mugabe, con una reputación de astuto y despiadado, más temido que popular.
“La gente de Zimbabue ha hablado con una voz y es mi petición al presidente Mugabe que acate esta llamada histórica y renuncie de inmediato para que el país pueda seguir adelante y preservar su legado”, dijo Mnangagwa en su comunicado.
El ex vicepresidente, que huyó del país y no se ha mostrado en público durante la crisis de la última semana, dijo que ha sido invitado a regresar por Mugabe “para una conversación” sobre los sucesos recientes, pero que no volverá por ahora, alegando que en el momento de su destitución había planes en marcha para matarlo.
“Nunca debe la nación volver a verse secuestrada por una persona cuyo deseo es morir en el cargo a cualquier precio para la nación”, afirmó Mnangagwa, que tiene una gran base de apoyo en el Ejercito.
La controvertida primera dama de Zimbabue, Grace Mugabe, se estaba posicionando para suceder a su esposo, liderando una facción del partido que produjo la destitución de Mnangagwa.
La perspectiva de una sucesión dinástica alarmó al Ejército, que la semana pasada confinó a Mugabe a su casa y persiguió a lo que describió como “delincuentes” en su círculo que supuestamente saqueaban recursos del gobierno, una referencia a personas cercanas a la primera dama.
Estados Unidos impuso sanciones sobre Mnangagwa a principios de la década de 2000 por socavar el desarrollo democrático en Zimbabue, según el Consejo Atlántico, un centro de estudios con sede en Estados Unidos. Sin embargo, J. Peter Pham, experto en África del consejo, señaló que algunos miembros de la oposición de Zimbabue parecen dispuestos a dialogar con el ex vicepresidente para llevar al país hacia delante, y que la comunidad internacional debería considerar hacer lo mismo.
“No decimos que encubran el pasado, pero va en interés de todos que Zimbabue esté comprometida en este momento clave”, dijo Pham en un comunicado.
Se esperaba que el proceso de impugnación del presidente comenzara el martes al reanudarse las sesiones parlamentarias, días después de que grandes multitudes salieran a las calles de la capital, Harare, para reclamar la renuncia de Mugabe.
No estaba claro cuánto tiempo podría llevar el proceso. El partido en el gobierno ha dicho que Mugabe podría ser destituido en una votación a partir del miércoles, pero algunos analistas han dicho que el proceso podría llevar semanas, y si se hace de forma correcta permitiría que Mugabe hiciera una defensa de su posición.