La espera del desagravio del dirigente izquierdista Roberto Duvergé por el Estado por las acusaciones infundadas y el trato degradante de que fue objeto ha sido lo más doloroso con lo que han tenido que vivir sus familiares a 34 años de su partida.
El estallido de una bomba en 1985, que cobró la vida de una menor llevó a manchar el nombre de Duvergé por su supuesta participación, lo cual tuvo que vivir ante los señalamientos de la sociedad hasta el día de su muerte el 21 de julio de 1989, en la Habana, Cuba, adonde fue trasladado, tras doblar el pulso a Balaguer y sus organismos de represión que lo mantenían encarcelado en la cárcel de la Victoria.
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Durante una ofrenda floral en el busto que lleva su nombre ubicado en la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), autoridades de la entidad, amigos y familiares pidieron al Congreso Nacional que se realice un desagravio ante la falsa acusación realizada al patriota el cual ha manchado su nombre por años.
Olga María Duvergé, maestra e hija del extinto académico agradeció en nombre de su familia a la UASD, las organizaciones y personas que cada año rinden tributo a a su padre y hacen posible que a pesar de su ausencia física, siga siendo luz para el compromiso y la acción transformadora de las nuevas generaciones.6