Me retiré de la campaña contra la Sunland después del 2008, cuando comprendí su imprudencia e insostenibilidad legal y periodística. Se trataba de un juego político electoral, promovido por sectores irresponsables, con la finalidad de dañar al Presidente Leonel Fernández. Ahora, Jaime Aristy Escuder, el autor del libro “El lado obscuro de la Sunland”, ha dado marcha atrás forzado a recoger toda la inmundicia lanzada contra personas y empresas. Me ha dado la razón.
El texto del economista fue escrito bajo la premisa de detallar a la nación lo que sectores de oposición consideraban un escándalo de corrupción político punible, contenido en una supuesta estafa de millones de dólares cometida contra el Estado, la cual incriminaba a Félix Bautista, dirigente del partido gobernante, funcionario y colaborador de Fernández, y a la empresa Sunland.
En un sorpresivo viraje de los hechos y dentro del contexto de varios procesos judiciales, Aristy Escuder, junto a su prologuista José Alejandro Ayuso, ha tenido que transarse mediante acuerdo extrajudicial y reconocer que sus fuentes carecían de credibilidad, y apoyaban en publicaciones mediáticas y testimonios.
Segundo, Escuder admite que su libro contiene imprecisiones, las cuales, según el acuerdo, fueron aclaradas luego de su publicación cuando aparecieron los documentos judiciales probatorios; tampoco había tomado en cuenta decisiones judiciales como la resolución 03093, de la Suprema Corte diciendoque “no se ha producido transgresión ninguna de las normas que revisten punibilidad”. Reconoce, además, que las obras alegadamente sobrevaluadas se construyeron al “precio razonable acorde al mercado”. El acuerdo revela que el moralismo extremista afectó bienes y dañó peligrosamente reputaciones, como la del señor Bautista, quien es inocente hasta que la Justicia demuestre lo contrario.