La violencia de género no para. A diario se registran una o dos muertes violentas contra la mujer por hombres violentos, controladores, de celos enfermizos, con problemas de los impulsos, limitados y secuestrados por una cultura machista y patriarcal, que le refuerza, para mal, la agresión y la violencia como forma de imponerse en una relación. Esa violencia y feminicidios aumentan los fines de semanas, llegando a registrarse hasta 3 y 4 muertes. A veces, se presentan en una misma región de forma escalonada, con las mismas características y con las mismas realidades psicosociales. Es más, duele tener que aceptarlo; algunas de las mujeres víctimas, lo había denunciado más de una vez, o la familia y vecinos sabían que el agresor había amenazado con quitarle la vida a su mujer o exparejas.
Los indicadores y las estadísticas hablan de que, cuando se produce un feminicidio en una región, es de esperarse que otros van a ocurrir como si fueran contagiosos o seriales, con la diferencia de que se produce en diferentes familias y por agresores diferentes. Sin embargo, guardan algunas características psicosociales: baja escolaridad, pobre acceso al desarrollo social, inequidad, desempleo, falta de habilidades y destreza para resolver conflictos, poca tolerancia a la frustración etc. Por otro lado, se presentan otras características socioculturales: predominios de creencias machistas muy arraigadas, acentuación con el sentido de pertenencia de su pareja, control y miedo exagerado por la separación con la pareja, inseguridad y baja autoestima.
En el contexto de la personalidad y hombres violentos encontramos: tendencias a mal manejo de la ira, trastorno del control de los impulsos, rasgos de personalidad antisocial, límite, narcisistas y paranoide de personalidad.
En relación con los feminicidios y la procedencia del tipo de dinámica familiar de hombres violentos: se puede observar un patrón de pobres vínculos, abandono o despego con la figura primarias, madre-padre, o historia de maltrato, abuso sexual, o una relación de pobre identidad, con ausencia de afecto y de pobre sentido de partencia, así con afectividad y apego no valorado,ni significativo en el aprendizaje psico-emocional dentro de la dinámica familiar.
Los hombres violentos, tienen un recorrido seriado de maltratos, abusos y desconsideraciones en casi todas las relaciones, noviazgos o parejas con los que ha tenido un compromiso. A veces, los maltratos son físicos, emocionales, psicológicos, financieros, sexuales o por negligencias contra la pareja. Cuando logran algún grado de madurez o estatus social, suelen discriminar o modificar el método de maltrato, de control o daño en la relación.
La alta peligrosidad marital se puede producir cuando aparece el abuso o dependencia a las drogas, consumo de alcohol acompañado de cambios de conductas, poca tolerancia a la frustración, acceso a las armas de fuego; todo esto acompañado de los otros indicadores psico sociales y de personalidad.
En la psiquiatría se estudian los psicópatas seriales, que producen muertes a diferentes personas, en diferentes lugares, pero a veces con los mismos patrones.
En los suicidios, se habla de algunos métodos e intentos de tipo contagiosos, cuando se produce por personas que influyen en otros seguidores, impactando en la vida emocional y psicológica de otras personas vulnerables, que corren el riesgo de repetir el intento de suicidarse. Sin embargo, duele mucho tener que observar la tendencia que llevan los feminicidios en algunas regiones y poblaciones, o grupos de riesgos, donde cientos de mujeres reciben todo tipo de maltrato y con pobre convivencia marital, que les hace ser víctimas de la violencia machista, y dejan a tantos niños huérfanos y afectados en su desarrollo emocional para el resto de sus vidas.
Cientos de estos feminicidios pudieron ser prevenibles, debido al historial de violencia de sus parejas; otras víctimas crearon dependencia psicoemocional con sus agresores, y otras buscaron el amparo institucional y no lo encontraron.