Aunque sus luchas patrióticas estuvieron principalmente limitadas al ámbito de Santiago y zonas rurales aledañas, debería ser reconocido como héroe nacional porque las batallas independentistas ganadas por él fueron siempre contra enemigos comunes de la Patria. Derrotó a los invasores haitianos y, aunque fue servidor de Pedro Santana, la historia cuenta que fue envenenado por el Gobierno español, temeroso de que se levantara en armas durante la Anexión.
A Fernando Valerio, más admirado y venerado por los santiagueros, se le recuerda generalmente como uno de los soldados más audaces de la Separación, héroe de la batalla del 30 de Marzo de 1844, y célebre por “La carga de los andulleros” porque cuando escasearon los cartuchos en medio de la refriega, saltó fuera de las trincheras y sable en mano arengó a sus hombres a “dar la carga al machete que lo cubrió de gloria”. Eran compañeros de Sabana Iglesia, común de Santiago, de donde era nativo. Se dedicaban a la elaboración de andullo.
Pero Valerio se destacó en otras acciones por la soberanía. En “Hojas de Servicios del Ejército Dominicano”, por Emilio RodríguezDemorizi, se registran su presencia en el asalto y toma del castillo de Beller, “llamado el Invencible, bajo las órdenes del general Francisco Antonio Salcedo”, el 27 de octubre de 1845.
El 27 de marzo de 1849 estuvo en el ataque “a una gran guardia que tenía el enemigo colocada en el paso del río Maguaca”.
Años después, en 1856, fue el Jefe de la Línea Noroeste en la gran batalla dada a los haitianos en Sabana Larga, Jácuba y Macabón. “Esta gloriosa jornada, que duró desde las siete de la mañana hasta las cuatro de la tarde, dio por resultado una mortandad” en el lado contrario. A fuerza de pelear, el sable de campaña de Valerio se rompió.
El valeroso estratega fue incansable en sus funciones,y además, siempre estuvo alerta ante movimientos del intruso para enfrentarlo con admirable astucia y ejemplar decisión patriótica.
Todavía en 1850 se le encuentra en la jurisdicción de Guayubín vigilando con minuciosidad las fronteras haitianas.
Cargos y ascensos. Fernando Valerio recibió rápidos ascensos desde su ingreso a servir “en clase de soldado” en el Primer Batallón del 32 Regimiento de Infantería de Santiago de los Caballeros, en 1835. Tras su hazaña del 30 de Marzo de 1844, a las órdenes del general José María Imbert, fue nombrado coronel. En 1849 ya era general de brigada, Comandante de Armas de la Común de Santiago, y en 1856 fue promovido a General de División.
Cuando no estaba en revoluciones nacionalistas vigilaba el territorio en sus posiciones de Presidente del Consejo de Guerra Permanente instalado en Santiago en 1847. Encargado de la Comandancia de Armas de Santiago; General en Jefe de las Fronteras del Noroeste; Comandante de Armas de Santiago. También fue Gobernador Político de la Provincia de Santiago, Comandante en Jefe de las Fronteras del Norte, Teniente Gobernador de ja Jurisdicción de Guayubín.
Familia. Inexplicablemente, los biógrafos le colocan su segundo apellido como Gil, aunque consignan que su madre era Manuela López. El padre era Narciso Valerio.
Fernando nació en 1801 y se casó joven con Petronila Suriel, de Boca de Bao, sección de Santiago. Sus hijos fueron Eugenio, Eloy y Agustín, que alcanzaron rangos de generales, y Nicolás, Candelaria, Ramona y Juana Francisca.
Falleció en San Lorenzo de Guayubín el 14 de agosto de 1862.
En “Páginas Banilejas” de agosto de 1954 se consigna esta versión sobre su muerte: “Según datos recogidos, fue envenenado por el Gobierno español, que en ese entonces gobernaba el país, por juzgarlo enemigo del régimen usurpador y por el temor de que se levantara en armas ese año en que los dominicanos se preparaban para repudiar la ocupación de España”.
La especie contradice la afirmación de que Valerio era anexionista, lo que no restaría a su heroísmo en las luchas por la Independencia. La Gaceta de Santo Domingo publicó la noticia de su muerte sin que dejara entrever esas sospechas.
La calle
A Fernando Valerio se le asignó una calle pequeña y desconocida, en el sector “La Julia”, paralela a la avenida Abraham Lincoln.
Tal ha sido la admiración por las proezas del soldado, que en un tiempo existió el proyecto de denominar Fernando Valerio a San José de las Matas, perteneciente a la provincia de Santiago.