La imagen es de colección, solo faltaba la leontina y el frac. Con alpiste o buscándolo, ahí estaban, estampa propia de aquella época cuando “el jefe” se rodeaba de jurisconsultos prestigiosos, algunos fanfarrones, deseosos de entrar al reino, como señala Balaguer en sus Memorias.
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Desde entonces se repite como excusa que las invitaciones presidenciales no admiten desaire y si el hombre dice ven, hay que ir. Aunque el culto a la personalidad se presume impropio de la época, bastaría mirar LA Semanal, para reiterar la persistencia de la costumbre, aplausos y sonrisas incluidas. Ese fue el escenario escogido por el poder para sumar un público selecto y exponer el alcance del legado presidencial plasmado en “La necesidad de una reforma constitucional”. Lugar inadecuado para que los especialistas discutieran la propuesta, pero la presencia sirvió como efecto demostración y para ratificar la propensión al consenso como virtud del gobernante, con “so pena” incluido. Después de la exposición la tarea de los convencidos es sumar adeptos, conquistar voceros para que repitan el credo reformador. La asepsia de los especialistas en derecho constitucional, ajenos a la subjetividad monda y lironda, les impide acercarse a las razones íntimas o a prejuzgar las decisiones del presidente, de cualquier presidente. No están formados para evaluar caprichos sino principios. Escapa en consecuencia de su valoración el argumento ad-hominem-. A ellos no les corresponde decir que desde el 16 de agosto del 2020 el presidente apostó a su Constitución. Ha persistido sin temor al equivoco conceptual. Insiste con la independencia del Ministerio Público-MP- y nadie lo ha convencido de la tautología de su prédica, menos de la inminencia del desguace de la institución con su propuesta de selección para la persona que presida la Procuraduría General de la República. Escuchar otras voces hubiera sido útil- “Escuche otras voces”-7.03. 2022-para cotejar opiniones lejos de la adulación y entender la importancia de la Ley Orgánica del MP, del Consejo Nacional del MP, de la Escuela Nacional del MP. Ahora las voces disidentes son tan innecesarias como escasas, él tiene todo el poder para la ejecución de sus deseos. Adelantó su propuesta para que el barullo no compita con el acto del viernes. Juramentación que pasará a la historia como otro espectáculo inédito de la nueva era, con pasarela y alfombra roja. La percepción ya es convicción y “la reforma va”, esa es la consigna del segundo mandato. La realización de la aspiración mayestática no puede esperar. Con o sin errores, con o sin problemas de redacción, con o sin la trascendencia del estado social y democrático de derecho, con o sin elogios al contenido de la Constitución del 2010, con o sin las leyes complementarias que asignarían “las garras suficientes a la Carta Magna” -reclamo del primer presidente de Tribunal Constitucional, Milton Ray Guevara-, antes del fin de año será proclamada la Constitución Abinader. El mandatario agregará su nombre al de Juan Bosch, Joaquín Balaguer y Leonel Fernández, con la ilusión de la permanencia de su legado, gracias al artilugio de los candados, la petrificación y el blindaje.