El año 2018 ha sido magnífico. Culmina con la corroboración de la CEPAL –Comisión Económica para la América Latina- de que la República Dominicana cierra este lapso con un crecimiento de la economía del 6.3 %. Pero lo atribuye al desarrollo de la economía de Estados Unidos, el principal socio comercial de nuestro país.
Según el organismo multilateral, en este significativo indicador (en 2017 alcanzó el 4,6%) también incidirá el resultado del estímulo monetario, instrumentado a mediados del pasado año y su mayor fuente de remesas y turistas.
Creo injusto atribuir el crecimiento sostenido de la economía dominicana casi exclusivamente a su estrecho vínculo con el comercio estadounidense. Este es apenas un rasgo de la ecuación. Las políticas públicas aplicadas por la administración del presidente Danilo Medina han sido determinantes para que el comercio dominicano continúe relacionado al estadounidense, al punto de que el turismo proveniente de la superpotencia norteamericana representa el 40 % del total de turistas externos que recibe nuestro país, mientras las remesas son el resultado del laborantismo de la diáspora dominicana radicada en tierra americana, ascendente a dos millones de nacionales, según cifras del Consulado de Nueva York y la embajada dominicana en Washington.
Tanto en términos de empleo, inflación, déficit del sector público no financiero y aumento de las reservas internacionales, las decisiones del Banco Central y del gobierno han sido decisivos. Dice la CEPAL que la tasa abierta de desempleo se ubicó en el 5,5% en el tercer trimestre del 2018, 0,4 puntos porcentuales debajo de la registrada en 2017. Anticipa que en 2019 continuará el dinamismo en la generación de empleo en República Dominicana, gracias al aumento de sectores productivos como la construcción.