Al menos 33 fallecidos en Países Bajos compraron lo que se conoce como “polvos suicidas”, un preparado que supuestamente ayuda a morir a quienes no consiguen que su médico autorice la eutanasia al no cumplir las estrictas condiciones para ello, anunció este miércoles la Fiscalía neerlandesa.
Aunque la eutanasia es legal en Países Bajos desde el año 2002, la asistencia a morir solo se autoriza en condiciones muy estrictas y solo puede realizarse bajo supervisión médica, por lo que cualquier otra forma de ayudar al suicidio se considera ilegal.
En una sesión judicial contra un hombre arrestado en julio por la venta de esos polvos, la Fiscalía explicó que 33 personas que compraron este preparado “ya no están vivas” y los investigadores han podido comprobar que al menos 15 de ellas han utilizado el polvo suicida, pero no está claro si los demás murieron directamente por su ingesta.
Fiscalía neerlandesa investiga a sospechoso
La Fiscalía había asumido hasta ahora que solo seis personas habían consumido esos polvos. Se cree que el detenido, que responde al nombre de Alex S., pudo haber vendido el “polvo suicida”, también conocido como “fármaco X”, a casi 600 personas en Países Bajos.
Está acusado de blanqueo de capitales y de violación de la Ley de Medicamentos porque, además de esos polvos, vendía el fármaco antiemético domperidona, un medicamento para evitar vómitos que solo está disponible con receta médica.
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El detenido habría vendido tanto el “fármaco X” como el antiemético desde 2018 hasta junio de 2021, y lo ofreció por internet, usando plataformas de mensajería instantánea como Telegram y el servicio de correo electrónico encriptado ProtonMail.
Los interesados podían recibir o recoger los polvos en la ciudad neerlandesa de Eindhoven por 20 euros, aunque después subió el precio a 30 euros.
Suministraba los polvos a todo el que los quisiera, sin hacer preguntas sobre su estado de salud ni sus intenciones, e incluso llegó a confirmar a la Fiscalía en un correo electrónico que “ha estado haciendo esto durante varios años y ninguna muerte habría fallado”.
Durante la sesión judicial, Alex S. justificó que cree que “cada persona debe poder decidir qué hacer con su propio cuerpo, no pertenecemos a nadie más, podemos determinar nuestro propio destino” y argumentó que “lo único que quería hacer era ofrecer la oportunidad de ser ayudado, lo que a mi también me gustaría”, añadió.