Como todos los años, el FMI publicó su informe sobre la situación y perspectivas de la economía dominicana. Después de verificar que sus cifras coincidían con los números oficiales, felicitaron a las autoridades dominicanas (Gobierno y Banco Central) por las iniciativas para reforzar políticas y ejecutar reformas, y dieron nota sobresaliente a nuestra economía por registrar tasas de crecimiento y creación de empleo muy por encima de la media regional en los últimos años, con reducción sustancial de la pobreza, lo que nos coloca en muy buena posición para afrontar retos de corto y mediano plazo, bajo una coyuntura internacional caracterizada por muchos y graves problemas financieros, estructurales e insuficiencia de demanda. Su pronóstico es que nuestro PIB real crece a velocidad de crucero, cerrara en 5.1% en 2024, intensivo en empleo agrego yo, tres veces superior a la tasa (1.6%) prevista para América Latina y el Caribe. Justo el pasado viernes el Banco Central dio la buena noticia de que el ritmo de actividades económicas se mantiene fuerte, en junio el PIB real aumento 6.2%y 5.1% interanual enero-junio, por lo que cuando se sume a la del segundo semestre se obtendrá el crecimiento que estima el FMI para el año.
El Gobierno de Luis Abinader se ha replanteado la agenda de desarrollo del país, con reformas estructurales que coinciden con las recomendadas por el FMI, como la fiscal integral y sector eléctrico, que no analizo para referirme a la “débil demanda por exportaciones”, una de las tres razones a las que atribuye la fuerte desaceleración (2.3%) del PIB real en 2023.
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Es cierto, la exportación total de bienes cayó un 6%, de US$13,750.2 en 2022 a US$12,931.9 millones en 2023, pero revisando su composición se extrae que zonas francas ganaron cuota y perdieron las nacionales en la exportación mundial, interanual la exportación de las primeras creció1.75% y las nacionales desaceleraron 17%, por los productos minerales que retrocedieron 16,6%, en concreto, oro y ferroníquel, 13.7% y37.1%, y los industriales y agropecuarios, 17% y 11.1%, respectivamente.
Con los productos minerales no tenemos otra opción sino esperar que cambie el panorama internacional, lo que depende de nuestro esfuerzo son los industriales y agropecuarios, las empresas privadas deben ponerse la pila para ampliar y diversificar su oferta, para conseguir cuotas crecientes en las exportaciones mundiales.
Tienen la ventaja de que nuestro país es competitivo si lo medimos por los precios relativos, por lo general se han mantenido igual, no obstante, la brutal inflación importada de los últimos años, pero el tipo de cambio real permaneció estable gracias a la inflación interna que, como lo reconoce el FMI, se desplomó y ubicó en su rango meta más rápido que en cualquier otro país de la Región.
Acelerando la exportación de productos industriales y agropecuarios nacionales, combinado con el dinamismo de las de zonas francas, el total exportado, su crecimiento interanual a precios corrientes, se podría esperar supere al de las importaciones de bienes, también a precios corrientes. Y, dependiendo de si los precios exportados e importados crecen o decrecen que depende del mercado internacional, el volumen exportado, como debe medirse, su crecimiento, superar el de las importaciones, y positivo el balance exterior neto y contribución al crecimiento del PIB real en lugar de descontar como el pasado año. Se logra, además, quitar presión a la demanda interna, que ha sido motor del crecimiento de la economía y el empleo en los últimos años.