La iglesia católica contra Hostos
En junio de 1985, por decreto del entonces Presidente Constitucional de la República, doctor Salvador Jorge Blanco, se dispuso el traslado de los restos mortales del patriota puertorriqueño Eugenio María de Hostos de su tumba localizada entonces en el traspatio de la Escuela de la Juventud al Panteón Nacional.
Una Comisión, presidida por la Ministra de Educación, la destacada maestra Ivelisse Prats Ramírez quedó encargada de la ejecución de dicho edicto y de la organización de los actos que habrían de realizarse.
La decisión del Poder Ejecutivo de trasladar los restos mortales de Hostos al Panteón Nacional motivó serios encontronazos entre el Arzobispo Metropolitano, Su Eminencia Reverendísima Monseñor Nicolás de Jesús López Rodríguez, por una parte, y el profesor Juan Bosch y los miembros de la Comisión del traslado por la otra. Era que los altos dignatarios de la Iglesia Católica preferían que los restos mortales del maestro puertorriqueño se mantuvieran en el patio del local de una de sus dependencias antes de que fueran llevados al Panteón Nacional.
Los altos dignatarios de la Iglesia Católica dominicana consideraban que Eugenio María de Hostos no era merecedor de que sus restos mortales fueran llevados al Panteón Nacional.
Algunos que otros religiosos alegaron que los restos mortales del patriota puertorriqueño no debían descansar en el Panteón Nacional porque éste no era dominicano sin reparar que José María Imbert, héroe de la Batalla del 30 de marzo, era francés y sus restos descansan en el Panteón Nacional; lo mismo ocurre con el Almirante Juan Bautista Maggiolo, ciudadano italiano, comandante de la primera flotilla nacional que luchó por la causa de la independencia y con Antonio Salcedo, español, héroe de la guerra de la Independencia y de la Restauración; y varios más.
El Arzobispo Metropolitano les remitió una carta a la ministra de Educación y Presidente de la Comisión de los actos del traslado de los restos mortales de Hostos al Panteón Nacional, en la que comunicaba a la educadora la oposición de la Iglesia Católica de que los huesos de Hostos fueran depositados en el Panteón Nacional.
Aunque el contenido de dicha misiva fue dada a conocer por los medios ningún periódico la reprodujo in extenso. Previo al traslado de los restos mortales de Eugenio María de Hostos al Panteón Nacional, la Comisión organizadora del acto tenía programado celebrar un velatorio en la Capilla de la Tercera Orden de los Dominicos; pero, por oposición de la Iglesia dicho velorio tuvo que suspenderse. Salvador Jorge Blanco trasladó al Panteón Nacional los restos mortales del insigne maestro.
Jorge Blanco dispuso traslado de restos del patriota
Previo al traslado de los restos se tenía planeado celebrar velatorio
Consideraron que Hostos no era merecedor del Panteón Nacional