La otrora Sala Augusta de la Suprema Corte de Justicia, única del sistema con capacidad para acoger al gran número de personas que intervienen en el juicio preliminar del caso Medusa y a la prensa que le daba seguimiento, poco a poco ha ido quedando vacía.
En muchos de los que, obligados, asisten los martes y viernes a la audiencia que se desarrolla de 9:00 de la mañana a 9:00 de la noche con un receso de una hora u hora y media pasado el mediodía, el tedio es notorio; a otros el cansancio los agota y echan sus “pavitas” en los asientos; y algunos, hasta leen un periódico con la cabeza gacha en un asiento trasero.
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Los que dan seguimiento a la lectura del kilométrico expediente acusatorio, lo hacen a través de la pantalla de sus celulares. A los jóvenes fiscales que se turnan para leerla de manera acelerada y sin pausa, hay que hacerle un reconocimiento.
Ese el actual panorama en un juicio cuyo principal imputado es el exprocurador general Jean Alain Rodríguez, y que en principio acaparó la atención de todos.
La abogada Ingrid Hidalgo dijo que ni el artículo 300 ni el 318 del CPP hacen obligatorio la lectura extensiva de la oferta probatoria en el juicio preliminar, y que limitarla “no viola derecho fundamental.”