El fracaso de la OEA, en sus intentos de aprobar una resolución que exigiera al gobierno venezolano la publicación inmediata de las actas correspondientes a las pasadas elecciones presidenciales del domingo 28 de julio, fortalece al dictador Nicolás Maduro en el poder no obstante las evidencias de que resultó perdedor ante su contendiente Edmundo González a quien la oposición atribuye haber logrado un 73 por ciento de los votos emitidos.
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La propuesta del organismo internacional contó con 17 votos favorables y ni uno en contra, pero hubo 11 abstenciones y 5 ausencias lo que impidió al Comité Permanente de la entidad lograr la mayoría absoluta para el esclarecimiento de una situación que mantiene en vilo a la hermana nación venezolana cuya población se tiró a las calles exigiendo que se respete el voto popular.
Nuestro país se cuenta, honrosamente, entre las 17 naciones que abogaron públicamente para que se presenten a la comunidad internacional las actas del proceso electoral lo que motivó el rompimiento de relaciones del dictador Maduro quien se muestra cada día más arrogante y agresivo. Parece que lo del “baño de sangre” va ante la mirada indiferente de países que debieran asumir una actitud más responsable frente a la crisis de un país hermano.