Frank Marino Hernández en el recuerdo

Frank Marino Hernández en el recuerdo

En la memoria histórica de los pueblos se van forjando frases lapidarias que, con el paso del tiempo,  adquieren el carácter de las cosas juzgadas y comprobadas, como acontece con aquella  atribuida a Federico Henríquez y Carvajal, cuando dijo: “Oh América infeliz, que sólo te acuerdas de   tus grandes hijos cuando son tus grandes muertos”.

La situación reseñada se manifiesta plenamente en el caso del extinto grande hombre que fue Frank Marino Hernández Reyes, que a su paso por la vida supo sembrar semillas de esperanzas en fecundos surcos, y que desparramó su sabiduría entre sus contertulios, a lo largo y ancho de toda la geografía nacional, esfuerzos que a su debido tiempo dieron abundantes frutos, comprometido como estaba con el desarrollo de su amado país.

El Frank Marino que conocí, como era llamado por todo el que lo trataba, era un hombre visionario, emprendedor, de recias convicciones y profunda fe en el porvenir de su pueblo. Era un ser humano pleno, con una gran capacidad para cultivar y mantener la amistad, sin dobleces ni zancadillas,  dotado de conocimientos amplios sobre una vastedad de temáticas que incluían contenidos como la cultura, la condición humana, la investigación científica y la problemática económica, política y social de su país y del resto del mundo.

Durante el tiempo que lo conocí, nunca lo vi descompuesto en su ánimo por difíciles que fueran las circunstancias, siempre lo vi  resuelto, infundiendo optimismo entre su personal, para buscar entre todos la solución más idónea a la situación problemática que los afectaba. Se pudiera decir, sin temor a equivocaciones, que Frank Marino fue el pionero de la investigación sociológica de la época moderna en República Dominicana. Con muy pocos recursos y sin el concurso de la tecnología moderna, Frank Marino reunió a un grupo de profesionales de diferentes especialidades y los convenció de que era posible, al comienzo de la década de los años setenta del siglo pasado, fomentar y promover la investigación social en República Dominicana.

Frank Marino nació en el 1936 en el municipio de Tamboril, provincia de Santiago de los Caballeros. Sus padres fueron Marino Hernández Franco y Altagracia Reyes. Sus hermanos,  Zoilo Rafael  y Dolores, ambos fallecidos. Por línea paterna, Frank Marino era sobrino del eximio poeta y escritor tamborileño Tomás Hernández Franco, autor de exquisitas piezas literarias, como su gran poema “Yelidá”.

Durante los años finales de la década de 1960 y hasta el año 1973, Frank Marino dirigió el Comité de Ciudadanos para el Desarrollo Social de la República Dominicana, una institución sin fines de lucro, que recibía fondos de entidades internacionales para invertirlos  en la implementación de proyectos de desarrollo que impactaran  la calidad de vida de la población, los cuales se realizaban sobre la base del método de enseñanza del educador brasileño Pablo Freyre, de educación para la libertad.

No puedo dejar de mencionar que a Frank Marino le correspondió la honrosa distinción de ser el primer sociólogo dominicano graduado en una academia de altos estudios, como lo es la Universidad de Puerto Rico. Debo hacer la salvedad de que los sociólogos dominicanos reconocemos a Pedro Francisco Bonó como el primer sociólogo dominicano, y que en su memoria se celebra el 18 de octubre de cada año como “Día del Sociólogo”. Pero Bonó no egresó como sociólogo de una academia universitaria, era más bien un autodidacta, con gran conocimiento de la sociología.

Del mismo modo, Frank Marino fue el primer profesor de la asignatura técnicas de investigación de la Escuela de Sociología de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), fundada en el año 1962. Una pléyade inmensa de destacados sociólogos dominicanos de los de hoy en día tuvieron en Frank Marino a su primer mentor  y guía en los intrincados caminos de la investigación científica. Nombres como los de Franklin Franco, José del Castillo, Dagoberto Tejeda, Rolando Pérez Uribe, César Pérez, Irma Nicasio, Magda Acosta, la extinta Isis Duarte, Walter Cordero, Ildefonso y Sarah Güémez Naut, Enmanuel Castillo, Guisseppe y Humberto Rímoli, José Cabrera, Rafael Alcántara(fallecido), Parmenio Díaz, Modesto Reynoso, Vinicio Santos, Rafael Herrera Cabral(fallecido), Fernando Tejada, Sandra Mejía, Mariano Escoto Saba y Teófilo Rodríguez, entre muchos  otros, aprendieron los fundamentos de la investigación científica con Frank Marino.

Más luego, en el año 1974, Frank Marino, acompañado de un grupo de profesionales, entre los que cabe mencionar a Rafael Herrera Cabral, Modesto Reynoso, Vinicio Santos, Pedro Marchena, Ezequiel Valdez, Ivelisse Gatón  y  Vianela Vittini,  crea el Instituto Dominicano de Estudios Aplicados (IDEA), que se especializó en la realización de investigaciones socioeconómicas, estudios de impacto ambiental, evaluación de programas y proyectos, investigaciones mercadológicas, entre otras, a solicitud de importantes empresas e  instituciones del país  y de varias del extranjero.

Durante mis años de trabajo en el Comité de Ciudadanos y en IDEA, vi desfilar por el despacho de Frank Marino a centenares de académicos, profesionales de diferentes especialidades, empresarios, funcionarios del Estado, representantes de organismos internacionales, y hasta políticos, quienes buscaban la sabia y oportuna consejería de Frank Marino, a los fines de encontrar respuestas a las inquietudes que los llevaban a la consulta.

Debo destacar, asimismo, que  Frank Marino concibió y dirigió durante varios años el programa semanal de análisis y comentarios de la realidad nacional e internacional titulado “Pensando en Voz Alta”, que se transmitía a través del canal 2 de Teleantillas.

Ese grande hombre que fue Frank Marino, que fue buen esposo, buen padre, amigo incondicional, excelente profesor y ciudadano de excepción, terminó su peregrinaje por esta vida terrenal y se nos fue a las moradas celestiales, adonde van los de limpio corazón y los de justo proceder, en el año 2007, a los 71 años de edad, cuando todavía su mente privilegiada, su gran sabiduría y su hombría de bien podían ser utilizadas como un referente ético-moral de las presentes y futuras generaciones de dominicanos-as, en tiempos como los actuales, en donde se le rinde un culto excesivo a la riqueza material y a los placeres hedonistas, en desmedro de la necesaria e impostergable formación cívica  de los ciudadanos y ciudadanas.

La sociedad dominicana, y particularmente los sociólogos, tenemos una deuda de gratitud con Frank Marino, un maestro que prestigió la cátedra universitaria. Hasta donde sepamos, a Frank Marino no se le ha tributado el primer homenaje en éste, su país, que tanto amó, por lo que nos permitimos sugerir a las autoridades de la UASD que hagan acopio del sabio principio que dice: “honrar honra”, y designen con su nombre una cátedra, un salón o algo por el estilo, para que las nuevas y futuras generaciones de estudiantes puedan conocer y ponderar en su justa dimensión la cuantía y calidad de la obra que a su paso por la vida dejó plasmada Frank Marino Hernández Reyes.

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