Franketienne de la isla

Franketienne  de la isla

Hemos tenido el privilegio de acompañarlo como se hace con un viejo compañero en sus emociones poéticas distribuidas entre olas de esperanza y curiosidad surgidas de un público dominicano ávido de saber más de la isla…
Poética, vuelo que nos trae a la memoria a Manuel del Cabral y, a Manuel Rueda, en su eco inacabado de las Metamorfosis de Makandal.
Frankétienne es de esa dimensión insular, quien habla maravillosamente el castellano y lo hace con el respeto de la alteridad, para que su lengua llegue a los dominicanos, reforzando su métrica y su ritmo con la cadencia del castellano. Nos ha leído su poesía simbólica, nacida de sus dolores y de sus alegrías en el frenético dolor de Haití, porque para este hombre la vida es una isla.
La vida es una gran isla
Que cabecea y da vueltas,
Sobre un mar de ilusiones
Un caballo desbocado que me lleva
Hacia un país ficticio
Mi amor intranquilo
Mi ficción irrisoria
Mi cine o ruidos.
Nunca, sin embargo, este poeta abandonó su tierra, ni aceptó pertenecer a la diáspora, ni ser un desterrado de la otra orilla, prefirió enfrentar las dictaduras y quedarse como él dice con “su gente”, acompañarlos…, como una bandera respetada por el pueblo, quien supo siempre que tenía en este poeta una voz sin contemplaciones.
“Elevando mis gritos
Hasta el bermellón de mi herida
Desatando los nudos de mis angustias
Para huirles misterios
Para regresar a ellas reciente claridad
Me visto de ultra tierra y de ultrajo
Todo el mar bebido en sacrificio
Toda la arena engullida en penitencia
Por extinguir mis desiertos”.
Su figura, su personaje y su estatura son impresionantes, este escritor, poeta, dramaturgo y novelista de Haití, de casi noventa años, es una fortaleza de resistencia y de inteligencia. Sus ojos azules, escondidos entre sus barbas blancas, nos inspiran paz y sabiduría
Anti-duvalierista desde la primera hora, como expresé antes, nunca quiso salir ni exiliarse de Haití, pero siempre expresó con vehemencia y determinación su rechazo a la dictadura y a toda forma de represión.
Con su esposa, cómplice de todas sus valentías, decidió quedarse siempre en Puerto Príncipe y desde adentro ser una voz libertaria que respaldara al pueblo en los momentos más difíciles. Es popular, muy popular en su tierra y durante años ha escrito toda su obra teatral en creole, convirtiéndose en el más popular de todos los escritores. Recordamos los años ochenta, cuando su obra “Kaselezo”, fue presentada en París por el TIL, Teatro Internacional de Lengua Francesa, exactamente en la sala de Beaubourgen París. Fue un lleno total. Todos los intelectuales caribeños, los africanos de la “Ciudad de las Luces”, también muchos franceses acudieron, y pudimos constatar que el público haitiano se sabía de memoria la obra, había que pedir silencio para oírla.
Diez años después, en un “taptap” del centro de la capital haitiana, oíamos a la gente recitarse frases completas de sus obras, simple y llanamente por el placer de la palabra que él infunde en creole en el conjunto de su producción literaria, considerando que en toda su variación de géneros se siente una “haitianidad” rebelde y consciente, denunciando todos sus dolores y todos los abusos que el poder político impone a su pueblo desde la heroica gesta de su independencia.
El sector literario internacional ha reconocido en él un autor aparte, excepcional, lo que le permitió engranjar a través de su carrera honores internacionales en Europa, Canadá y Estados Unidos.
Ha sido distinguido por los escritores francófonos del Caribe con el Premio Carbet de Literatura, y en Holanda recibió la mayor distinción literaria que es el Premio del Príncipe Claus de los Países Bajos, por el conjunto de su obra en el año 2006.
En el año 2008, el Ministerio de Cultura de República Dominicana le hizo un homenaje titulado al “Escritor Quisqueyano”.
En el año 2010, fue seleccionado como “Artista de la UNESCO por la Paz”. En ese mismo año en París, como Comendador de la Orden de las Artes y las Letras de Francia.
Entre otros de sus muchos reconocimientos figura en el 2005, el Gran Premio del Libro Insular (Ouessant). Premio de las islas del Ponant, por su “Anthologié Secréte” en el 2006. Otro, entre muchos premios de gran importancia, fue el Premio Internacional Unión Latina de Literatura Romances en Roma, por el conjunto de su obra.
Los intelectuales dominicanos, escritores, poetas y novelistas saludan su obra, que ya en 2008 había sido altamente homenajeado por el Ministerio de Cultura, en visita que le expresaron todos los honores.

La presencia de Frankétienne en esta XX FIL 2017, es un gran acierto, pues tuvimos una oportunidad única de acercarnos a un escritor de gran tamaño cuya obra nos transmite verdades y realidades insulares, sin contemplaciones, con una poética propia y un ritmo sostenido. Frankétienne utiliza el creole o el francés, con la rítmica de su propio ánimo, a veces suelta el poema para introducir el canto ritual a sus loas, Papá Legbá, o Erzulí, a quién llama en sus momentos de felicidad y bienestar, así lo hizo en el Bar del Teatro Nacional el pasado domingo 30 de abril, provocando una emoción colectiva después del canto, todos se levantaron como frente a una gran obra y brindaron el aplauso. Con este poeta no se debe temer la improvisación es totalmente jazz, y nunca sabemos qué salida tendrá después del canto espiritual la palabra.
“Yo conjugo mis pasiones
Al ritmo de los ciclones,
En la ordenanza de las armas
He limpiado mis infiernos
Y he roto mis máscaras.
Rebelde irreductible
Adquirí el gusto de vivir
En el volcán de las palabras”.

Estos versos pertenecen al poemario “Huevo de luz” publicado en el 2000, en una versión bilingüe, publicación que responde a la fuerza vocal del poeta cuando lee en las dos lenguas y eso nos ofreció el domingo pasado.

Su poesía se impone en prosa en todo su obra novelística.
La imagen llega siempre antes del significado.
Frankétienne confiesa que tiene que oler la frase, sentirla y verla.
Es a través de sus sentidos que satisface sus búsquedas literarias.
Pudimos también disfrutar de la presentación de su novela “Angustia en la gallera, traducida del créoleal español en 2016, por la editora chilena AMBOS, en asociación con Isla Negra.
Escrita en 1975, bajo el título Dezafi,está considerada por los críticos y los especialistas como la primera novela haitiana en créole y los investigadores la reconocen como la novela mayor de la lengua créole,utilizando por fondo la atmósfera alienante de una quinta agrícola en plena dictadura de Duvalier.

Su presencia en la Fil 2017 ha cumplido con una gran apertura intelectual de integración de los grandes escritores del Caribe, con una formidable apertura hacia sus obras visuales del Frankétienne pintor expresionista espontáneo, cuyas obras están expuestas en el Museo de Arte Moderno, lo que nos invita a captar más cerca todo el sentido alegórico de sus imágenes poéticas y plásticas, íntimamente ligadas.