Pese hay quien come las raciones diarias recomendadas, por norma general el consumo de fruta es una asignatura más que pendiente. Noelia López, nutricionista de Nestlé, pone sobre la mesa cuestiones como las falsas “dietas milagro” o la forma en la que debemos conservar, lavar y consumir este tipo de alimentos.
Cualquier tipo de fruta es buena: elijamos lo que elijamos, el aporte de nutrientes tan variado como imprescindible seguirá ahí. Vitaminas, minerales, antioxidantes… Las frutas lo tienen todo.
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Partiendo de esa premisa, la pregunta se formula sola: ¿Por qué no comemos suficiente?
No consumo fruta… ¿Por falta de hábito?
La respuesta no es ni cerrada ni llegará a serlo, porque dependerá de cada cual. El consumo de fruta es un tema multifactorial y, a veces, se trata de una cuestión de hábito.
Si desde niños no hemos adquirido como costumbre comer el mínimo de 3 piezas de fruta diarias, como adultos probablemente tampoco lo haremos. Por eso, es esencial inculcar, si tenemos peques en casa, la importancia de estos hábitos alimentarios. De esta forma, y con suerte, los conservarán en el futuro.
Niños y fruta
Claro que, aunque sea fácil decirlo, ponerlo en práctica no lo es tanto. Es difícil inculcar en los más pequeños un hábito que resulta tan poco atractivo, pero existen formas de hacerlo.
Para ello, indica Noelia López, hay que tener en cuenta dos factores: informarse y ser creativos.
Con tal de llamar la atención de los niños y hacer más atractivo el consumo de fruta, los expertos suelen recomendar juegos interactivos, que hagan que la implementación de esta rutina alimentaria se torne en algo divertido.
Las mentiras que nos creemos
De una forma u otra, el consumo de fruta, además de estar ligado al hábito de cada cual, también cambia en función de la percepción que se tiene de ella. Las dietas milagro y lo que hacen creer a sus adeptos son un factor importante a tener en cuenta.
Y es que durante mucho tiempo se han propagado rumores como:
- Engorda más o menos en función del momento en el que la consumas
- Es indigesta
- Provoca gases
Cuando la verdad es más bien distinta:
“No es cierto. Sea cual sea, tiene un aporte calórico bajo y una cantidad enorme de nutrientes necesarios, independientemente de que la consumas antes, durante o después de comer”, asegura la experta.
Para su consumo correcto debemos tener en cuenta…
La nutricionista de Nestlé, incide en una serie de puntos que considera esenciales para el consumo de fruta ideal.
Zumo de fruta no es lo mismo que fruta
Tenemos que saber que una cosa es la fruta y otro el zumo de fruta. Es mucho mejor la primera que la segunda. Entre otras cosas porque la piel de la fruta nos aporta fibra soluble e insoluble, y además es rica en nutrientes. Eso sí, debemos lavarlas antes.
Ojo con cómo la guardamos
Para un consumo responsable y sostenible de la fruta, para empezar debemos evitar que se estropee. Y la forma más sencilla de cumplirlo es comiéndola a tiempo. De esta forma, debemos huir del “más vale que sobre a que falte”… Porque siempre que nos quedemos sin fruta, podremos comprar en cualquier establecimiento, mientras que el desperdicio no se puede revertir.
Frutas y hortalizas climatéricas
Por otro lado, en la misma línea, es trascendental tener en cuenta la condición climatérica de algunas frutas y hortalizas. Y es que, como ocurre con los plátanos o el kiwi, el proceso de maduración no se pausa, pese haber sido cosechada. En este proceso, desprenden un gas llamado etileno, que hace que otras frutas que se encuentren cerca maduren antes. Por eso, debemos evitar poner en el mismo frutero aquellos productos climatéricos junto a los que no lo son.
Fruta troceada
Lo más importante a la hora de hablar de la fruta troceada es que esté bien tapada y que se encuentre refrigerada (en torno a los 4 o 5 grados centígrados). Porque de no ser así, los microorganismos proliferarían en ellas con mayor facilidad.
Si compramos fruta cortada en cualquier comercio, debemos fijarnos en:
- Fecha de corte y envase
- Refrigeración
- Bandeja bien cubierta
Eso sí, no podemos descuidar el hecho de que, de consumirla troceada, descuidamos el concepto de sostenibilidad y, además, la fruta tiende a deteriorarse y oxidarse con mayor facilidad.
¿Qué hay de la fruta desecada?
La fruta deshidratada es buena opción siempre y cuando tengamos claro que el importe calórico es mayor. Encontramos mucha más fibra y más energía en orejones, dátiles, pasas que en la fruta fresca.
Estas pueden convertirse en los aliados perfectos para un menú, añadiéndolos en salsas o ensaladas, siempre y cuando no desplacen a la fruta fresca.
Cómo lavar la fruta para su apto consumo
Por otra parte, al hablar de fruta es necesario estipular cómo cerciorarse de que las consumimos de la forma en la que debemos hacerlo: limpias.
Para limpiarlas, Noelia López asegura que debemos hacerlo con agua y sin jabones, para evitar el riesgo que los microrganismos presentes en la piel pasen a la pulpa de la fruta, que ocurre cuando la cortamos
Si tiene piel dura…
En el caso de las frutas con piel dura, como sandía, podemos recurrir a un cepillo y agua. Y lo único que después debemos secarla con papel de cocina o algo equivalente.
¿Con lejía?
En algunas ocasiones y sobre todo cuando nos disponemos a comer la fruta con piel, los expertos recomiendan hacer una mezcla con una cucharada de lejía alimentaria por cada 3 litros de agua. En esta mezcla se deben sumergir las frutas durante cinco minutos.
Después simplemente hay que aclararlas muy bien con agua, para que no queden restos de lejía.