El abasto interno de productos de primera necesidad, básicamente alimentos, es una responsabilidad ineludible de las autoridades del sector agropecuario cuya efectividad debe ser garantizada en cualquier época y circunstancia como una prioridad nacional.
De ahí la importancia de que se monitoreen constantemente los niveles de producción local en diferentes rubros, a fin de establecer eventuales déficits, compensar a los productores en la medida de las posibilidades y disponer importaciones para suplir la demanda.
Sin embargo, estas autorizaciones tienen que ser cuidadosamente analizadas para evitar, como ocurrió en el pasado, que se den órdenes para traer alimentos en detrimento de productores locales que tenían pérdidas o simplemente no podían competir en precios con lo que se traía del exterior.
En este momento hay un claro consenso entre autoridades oficiales, productores, ganaderos y el sector agropecuario, sobre la necesidad de importar una serie de alimentos, en especial leche, debido a la apreciable disminución en la producción por los devastadores efectos de la falta de lluvias en todo el territorio nacional.
Afortunadamente, el suministro de ese vital alimento en el mercado interno está garantizado porque aún están vigentes los acuerdos de libre comercio del DR-Cafta y los concertados dentro de los lineamientos trazados por la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Aun así, es oportuno y tranquilizador que el ministro de Agricultura, Ángel Estévez, haya dicho que, si fuere necesario, llegado el momento se dispondrá traer más cargamentos de ése y otros productos esenciales para la dieta de los dominicanos, a fin de evitar carestía y especulación con los precios en el comercio.
Todo el sector oficial está alineado en ese sentido, ya que el ministro de Industria y Comercio, José del Castillo Saviñón, también ha dejado claramente establecido que, de ser indispensable, el Gobierno podría autorizar importaciones de algunos productos agrícolas para suplir la falta en los mercados locales.
Según han admitido miembros del sector agropecuario, por la prolongada sequía los mataderos están llenos de reses, debido a que muchos ganaderos no tienen suficiente forraje para alimentar sus animales y se han visto obligados a destinarlos al sacrificio, lo que ha sido un factor determinante en la baja en la producción lechera.
A pesar del acuerdo conjunto para garantizar el abasto de alimentos, productores han subrayado la necesidad de que las importaciones se hagan de forma supervisada y con absoluta transparencia, evitando las mafias que en otros períodos provocaron la quiebra de pequeños y mediados abastecedores locales.
Otro punto que merece atención es la disminución en la producción de víveres por la falta de precipitaciones en el campo, lo que ha provocado escasez y altos precios, como se evidencia por ejemplo en los plátanos, que se ofertan hasta 15 y 16 pesos la unidad.
Como en este país no existe conciencia entre consumidores, a pesar de las campañas de orientación que se han venido realizando durante años a la luz de lo logrado en otras naciones, donde la gente se pone de acuerdo para dejar de comprar determinados rubros, aquí los hábitos alimentarios son tan arraigados que la gente no deja de comer ese símbolo dietético y para muchos un manjar predilecto que no puede falta en la mesa.
Aunque todavía no estamos en una situación propiamente de emergencia, es necesario que las autoridades no se duerman, tomando en cuenta que aun si comenzara a llover de manera abundante y periódica, algo que no se prevé por el momento, muchos productos del agro requerirán tiempo para retomar los niveles que demanda el mercado.
Mientras tanto, a Altagracia Paulino se le debe dar todo el apoyo para enfrentar a los especuladores desde Pro Consumidor, una tarea que ha sabido cumplir al dedillo y con admirable firmeza.