Transitaba por la Socorro Sánchez, en dirección al Tribunal de Familia, esquina Santiago, en Gascue, cuando alguien me preguntó que quién de los fundadores de Profamilia había muerto en el último fin de semana de enero. Yo solo pasaba por aquí, le respondí con ese verso del cantante español Luis Eduardo Aute.
La admiración que aún despierta en nuestra generación de comunicadores, sicólogos, economistas, sociólogos, sacerdotes y educadores, que en los años de la década de la década 1970 hasta los 90, trabajamos en la entonces Asociación Dominicana Pro-Bienestar de la Familia (ADPF) fuimos compañeros de sueños y viajes de profundos y honestos cambios sociales.
La influencia de Gianna Sangiovanni se traslada a la fundación de Profamilia, en aquel vetusto edificio de la 30 de Marzo No.52, al lado del Palacio Nacional y casi al frente de donde mataron en el asalto al Palacio Nacional el 19 de mayo de 1965 al coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez, Juan Miguel Román, Euclides Morillo, al italiano Illio Capocci y varios combatientes más.
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En aquel viejo y acorazado fuerte inició Profamilia sus andanzas, como una adolescente poco inocente y a veces alegre y casquivana, fruto de una reunión donde pusieron sus granos de arena los pastores norteamericanos Donald Dodd y su esposa Anabel y el reverendo Alejandro Figueroa, de la iglesia Evangélica Dominicana juntamente con otros miembros. El peso institucional recayó (hombro con hombro, mujer y hombre) en el doctor Orestes Cucurullo, Gianna Sangiovanni y Magaly Caram.
Hay gente que, por corto, considera cruel el ciclo de la vida. Sin embargo, ¡Cuántos momentos memorables nos brinda la vida cuando se emplea de forma consciente para realizar proyectos encaminados a mejorar las condiciones sociales y la calidad de vida de la gente que la injusticia le niega los derechos fundamentales para convivir con cierto decoro!
Gianna Sangiovanni vivió toda su trayectoria de vida con un perfil bajo y un vuelo alto: ¡tanto real como simbólico! No pasará a la historia como pionera en servicios de salud sexual y salud reproductiva, ni como promotora sobre la importancia de la planificación familiar para hacer posible el acceso a los métodos anticonceptivos, principalmente entre mujeres y hombres de barrios urbanos marginados y área rural y para elevar la conciencia de los grupos de decisión y opinión del país sobre la estrecha relación entre el crecimiento poblacional y el desarrollo.
Sanguiovanni, sin ruidos ni amplificadores, fue parte medular de la historia de la República Dominicana en el significativo cambio que en 50 años redujo la tasa de natalidad (número de nacimientos por cada mil habitantes en un año) de un 45.95 en 1966 a un 18.86‰ en 2020, y el índice de Fecundidad (número medio de hijos por mujer) gracias a los programas de planificación familiar cayo un alto 6.90 hijos a 2.3 en 2020.
Pequeña, gordita, de pelo corto, fumadora, alegre y “bonchera” y también trabajaba hasta deshoras, Gianna creció profesionalmente a la par del crecimiento de Profamilia: economía en INTEC; administración de empresas en APEC y una maestría en planeamiento urbano, en Chile, conocimientos contribuyó “a sembrar a favor del respeto a los derechos humanos y de hacer accesible los servicios de salud para las personas de menos recursos económicos”. Pero el pasado 31 de enero se fue al otro lado de la vida como quien solo pasaba por aquí.