Su entrada llamaba la atención. Era la muchacha más alta que ocupaba uno de los asientos de la guagua que transportaba las estudiantes del Colegio San José. Locuaz como su padre, aunque sin superar el encanto de uno de los médicos más queridos del pueblo, Otto Bournigal Núñez, que junto con el inolvidable Panchito Brugal Mateos formaron el dúo estupendo e irrepetible de sucesores de los doctores Vásquez y Polanco.
Pequeña entonces la comarca, una gran familia. Con gente de primera y de segunda, compartiendo adentro de ese secuestro prodigioso de mar y montaña que convierte a Puerto Plata en un lugar único.
Salió del municipio muy joven, luego del matrimonio con su compañero de siempre, Miguel Ángel Jiménez Messon- Chío-. Regresaron en la época del esplendor, del auge de las construcciones y del auspicioso inicio del turismo. “Chío” fue secretario de Obras Públicas y perenne senador. Los esposos exhibían su devoción balaguerista y gozaban el favor del líder colorao.
Conocerse desde antes de nacer, caminar por las mismas calles, compartir historias familiares, a pesar de la diferencia de edad, permite la mezcla de cariño y respeto, evaluar más allá de rumores y conveniencia.
Quizás por eso, Chío defendió, en el Senado, mi designación como jueza de Instrucción de la Quinta Circunscripción del DN. Sabía perfectamente cuán lejos estaba del régimen, de su líder y benefactor de ese momento, pero también conocía mi desempeño como ciudadana y en el Ministerio Público.
Ocurrió la ruptura de la pareja con el PRSC y comenzó la rutilante carrera de su esposa, hoy senadora, quien además de su función como diputada fue gobernadora.
La victoria de algunos políticos comienza cuando logran despersonalizarse. Son mejores y hablan más alto, cuando los afectos se diluyen. No pierden tiempo en sutilezas que puedan interferir la carrera hacia la consecución del poder.
En la medida que consiguen la aceptación de la mayoría innominada, sin rostro, es más fácil desarrollar sus agendas, sin el temor a un recuerdo imprudente o a las demandas que el afecto tendría que satisfacer.
Existen presunciones simples que permiten certezas, no obstante, la práctica demuestra su fragilidad y más cuando impera el exitoso pragmatismo.
Durante la campaña inmisericorde en contra del Pleno de la JCE 2016-2020, que tuvo su punto culminante en el juicio sin replica ni defensa, organizado por la Comisión del Senado que “evaluaba” candidatos a reemplazar sus integrantes, la senadora no se acercó a su compueblana, miembro del Pleno, para preguntar, cotejar, auscultar. Jamás indagó la realidad de las acusaciones.
Debía seguir atizando la hoguera para que el fuego permitiera la ejecución de pactos y alianzas. Nunca ha comentado mis artículos, publicados en esta columna, describiendo situaciones en el municipio o ratificando el despegue indetenible de los proyectos postergados.
Después de la celebración de las elecciones municipales, luego de la traumática suspensión del 16 de febrero, cándida, esperé un guiño. El 5 de julio, sin ningún inconveniente, resultó vencedora con espléndida ventaja, en un proceso sin mácula.
Es indiscutible que para una política puertoplateña tiene más valor el efecto de una arenga en Los Castillitos o en Los Callejones que reivindicar conductas individuales o demostrar solidaridad, cuando la adversidad asoma. Nada de lo anterior, sin embargo, impide reconocer la valentía de Ginette. Se atrevió a denunciar “la conspiración del este” contra Puerto Plata que ahora tiene ministro.
Dijo que David Collado está decidiendo el destino de “La Novia del Atlántico”, sin consultar con los munícipes y sin el conocimiento de las autoridades locales.
Es preocupante que su imputación no provocara la ovación de sus colegas, ni alguna manifestación en el parque del pueblo. Tampoco ha sido publicada en primera página de ningún periódico de circulación nacional. Enfrenta intereses muy poderosos que aunados apuestan a detener el avance de Puerto Plata.
Creen, que la única manera de vencer la competencia es destruyéndola. La denuncia se ha convertido en un grito solitario. Es la hora de unirnos al reclamo de Ginette. Mañana será tarde.