Ciento sesenta y cinco (165) años antes del inicio de la Era cristiana, Publio Terencio estampaba en su comedia El enemigo de sí mismo, la inmortalizada frase “Soy un hombre, nada humano me es ajeno”.
De su parte John Donne, poeta anglicano, versificaba en la primera mitad del siglo XVII: “Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta,/ porque me encuentro unido a toda la humanidad./ por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas, doblan por ti”.
Estos pensamientos me llegan a la mente al leer el semanario científico The New England Journal of Medicine en su edición correspondiente al día 10 de mayo de 2022.
En ella, el doctor Mark A. Pallansch, pasado director de la sección de Virología del Centro de Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos, escribe en perspectiva un artículo bajo el llamativo título de “Circulante poliovirus; nueva instancia de un viejo problema”.
Dicha publicación es reforzada con el audio de una entrevista realizada al autor por el editor ejecutivo de la revista. En una apretada síntesis, Mark analiza la compleja situación sanitaria creada por la sorprendente reaparición de un mal que se creía totalmente erradicado en el mundo desarrollado, reportándose casos de la forma paralítica, nada más y nada menos que en la gran urbe metropolitana de la ciudad de Nueva York.
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En términos generales diremos que la vacunación contra la poliomielitis a nivel universal se ha venido realizando de dos formas: una de ellas, la más usada en los Estados Unidos, inicia con la inmunización trivalente por vía oral, conteniendo las tres variantes de gérmenes atenuados, la cual luego se redujo a dos subtipos de virus modificados.
Estos virus “amansados” artificialmente en los laboratorios pueden con el tiempo volver a su forma salvaje, por lo que uno que otro niño vacunado podría desarrollar la afección a causa de la inmunización. Este hecho singular ha tenido una repercusión no deseada en la población, incluida una negativa por parte de algunas madres a permitir la inmunización de sus hijos.
Otro problema a considerar es el de la desigualdad en la disponibilidad mundial de vacunas infantiles en los distintos continentes. El enorme auge tecnológico industrial de las grandes naciones desarrolladas, así como el rápido transporte aéreo diario de cientos de miles de personas que se mueven de uno a otro confín de la tierra, permiten que gente sin vacunar del mundo en desarrollo se mezcle con gente de los países ricos. El intercambio comercial ya no conoce de barreras por idioma ni cultura; las mercancías crean puentes que aproximan razas y géneros.
También nos dice el doctor Pallansch que en las aguas residuales de la ciudad de Nueva York se han detectado tanto el virus de la poliomielitis como el de la covid 19. Para los especialistas esto no sorprende puesto que ambos gérmenes se eliminan por las heces fecales. Sin embargo, ese reservorio viral es preocupante. ¡Que no cunda el pánico! La medicina preventiva se impondrá y la vida humana continuará. A mayores problemas, mejores y más oportunas soluciones.
¡Globalicemos las campañas de vacunación para bien de toda la humanidad!