Por Julio Ravelo Astacio
En el transcurso de nuestras vidas todos hemos sentido algún tipo de dolor. Este se puede definir como el malestar físico de moderado a grave, de agudo a crónico, provocado por una herida, enfermedad, fractura o afección nerviosa. Tomando en cuenta el tipo de daño que lo causa se describen dos tipos principales: el dolor causado por daño tisular, también llamado dolor nociceptivo, y el causado por daño a los nervios: dolor neuropático.
El dolor es una señal del sistema nervioso que nos dice que algo no anda bien: “oye tú, dame atención”, “te estoy avisando”, “es una alerta”, “presta atención, es urgente” nos dice el Sr. Dolor. Las señales del dolor se desplazan a través de los nervios y ascienden por la médula espinal. El cerebro lee las señales y las interpreta como dolor. Es una señal de alarma del organismo que debemos atender.
Puede leer: La diabetes: sus repercusiones emocionales
El dolor en sí y el miedo al dolor pueden llevar a que usted evite tanto las actividades físicas como sociales. La mente y el cuerpo trabajan juntos, no se pueden separar. La forma como la mente controla los pensamientos y las actitudes afecta la manera en la que el cuerpo experimenta dolor.
El dolor ha sido preocupación constante para los seres humanos. Procurar su control o eliminación ha tomado siglos. ¡Qué impotencia tan devastadora y amplia ha sentido la humanidad al verse incapaz de enfrentar al dolor y controlarlo!
Resaltar los dolores más fuertes: neuralgia del trigémino, cólico nefrítico, cálculos biliares, dolor de muelas, migraña, fracturas óseas, pancreatitis aguda, quemaduras, herpes zoster, dolores del parto, golpe fuerte en los testículos.
Entre los pioneros en procurar el control del dolor físico se encuentran: Hipócrates y Galeno. Uno de los primeros métodos fue usar esponjas soporíferas, que sumergían en una mezcla de opio, mandrágora y beleño que aplicaban en la nariz del paciente logrando dormirlo. La palabra anestesia se deriva del griego, del prefijo “an” que significa “sin” y de la palabra “Aesthesis” que significa “pérdida de la sensibilidad”. La encontramos en una obra de Platón titulada “Timeo”.
La anestesiología tiene su origen e historia a través de distintas culturas y la participación apasionada de científicos e investigadores tratando de controlar y manejar el dolor. Años atrás se llegó incluso a utilizar un método muy rústico: golpear con un pedazo de madera la cabeza para provocar contusión cerebral y … ¡a operar!
Tenemos imborrables imágenes del viejo oeste americano: una caravana, un asalto, alguien resultó herido: una petaca (hip flask) repleta de whisky, un filoso cuchillo, se apura la bebida y el “experto” penetra con el cuchillo el área donde está la bala, se extrae y ya el sujeto “está listo” para continuar sus tareas. ¡Que fácil sería la cosa si en realidad así fuera!
En las primeras décadas del 1800 en “The Old Operating Theatre” en Londres, una de las salas de cirugías más antiguas de Europa que todavía se conserva, morían dos de cada tres pacientes según los coordinadores del museo que hoy aún existe en ese mismo espacio.
Con las disculpas correspondientes a todos los que apostaron por llegar a laRevolución de la Medicina y en particular de la Cirugía y la Anestesiología, debemos destacar los grandes aportes de Horace Wells, dentista, y de su alumno dentista y médico William Morton, quienes utilizaron el óxido nitroso y el éter respectivamente para beneficio y satisfacción de la humanidad.
Aterrizando en nuestro terruño, el primer anestesiólogo dominicano fue el Dr. Humberto Hernández García, nativo de Cabrera, y estudió la especialidad en Cuba mediante una beca, regresando al país en 1944, según datos publicados en 1987 por el Dr. Tomás Lambertus, distinguido profesional y profesor de esa especialidad.
Señalemos algunos beneficios de la Anestesia: control del dolor, reducción de la ansiedad, relajación muscular, inmovilización, control de funciones vitales y recuperación rápida. En la actualidad los avances en la anestesia han permitido realizar cirugías que salvan vidas y que de otro modo serían imposibles de efectuar.
Nuestro reconocimiento al Colegio Dominicano de Cirujanos y la Sociedad Dominicana de Anestesiología por sus valiosos aportes al crecimiento y desarrollo de ambas especialidades. ¡Gratitud eterna! Gracias, Sra. Anestesia