La Orquesta Sinfónica Nacional, cerró su Temporada 2024, con la interpretación de la Quinta Sinfonía en Do sostenido menor, del compositor austríaco Gustav Mahler, bajo la dirección del maestro José Antonio Molina, siendo esta la primera vez que se interpreta en el país, 120 años después de su estreno el 18 de octubre de 1904, en el Gürzenich de Colonia, Alemania, siendo dirigida por el propio Mahler.
La música de este compositor posromántico, no ha sido interpretada con frecuencia en las Temporadas Sinfónicas, la última vez fue justo hace cinco años, el 26 de noviembre de 2019, cuando en un histórico concierto la Sinfónica Nacional dirigida por el maestro Molina, cerró su temporada de ese año, con la Segunda Sinfonía “Resurrección”, de Mahler, en la que participaron la soprano Paola González, la contralto Glenmer Pérez y varios conjuntos corales.
Puede leer: Así celebraron los famosos Acción de Gracias este 2024
La vida de Gustah Mahler estuvo marcada por la espiritualidad y el sentimiento trágico de la vida, su música es una especie de drama interior. La muerte como una presencia sempiterna referente obsesivo, es una constante en su obra, pletórica de contenidos conceptuales, la Quinta Sinfonía, su primera enteramente instrumental, de enormes contrastes sonoros, rompe la tradición clásica de los cuatro movimientos.
El público puesto de pie, escucha las notas gloriosas de nuestro himno Nacional, dando cierre a la Temporada Sinfónica. Inicia el concierto, se escucha un estridente solo de trompeta –Eric Berlin– una fanfarria, una marcha fúnebre, que expresa desolación ante la cercanía de la muerte, es el primer movimiento “Trauermarsch”, la trompeta es la protagonista.
Las cuerdas inician una hermosa melodía, regresan las trompetas más agitadas, se unen otros instrumentos solistas, trompa, violín, cello, trombón, oboe y la flauta, y con un acorde en pizzicato de celos y contrabajos finaliza el movimiento.
Este movimiento es considerado como una apoteosis del metal. El maestro Molina pauta con precisión la continua progresión rítmica de la marcha fúnebre. El segundo movimiento “Stürmick bewegt”, es más agitado, tempestuoso.
El tercer movimiento “Scherzo Karäftig” en forma de danza, es alegre, inicia con la intervención de la trompa solista, instrumento destacado en todo el movimiento. El director equilibra los contrastes de los länders rurales, bailes campestres austríacos y la elegancia del vals vienés.
Un reposado solo para cuerdas y arpa, inicia el hermoso y ensoñador cuarto movimiento “Adagietto”-pequeño Adagio-, el arpa -André Tarantine- inicia lentamente el tema central, un apasionado himno de amor, un interludio lírico melancólico, luego el íntimo sonido de las cuerdas seduce en los pasajes suaves -amor y tristeza-, una llamada de trompeta nos despierta del ensueño. El Adagietto es un vínculo, transforma la tragedia en triunfo, el director apropiadamente conduce la orquesta al clímax.
El Rondo-Finale, quinto movimiento “Allegro Giocoso Fresco”, reúne las obsesiones de Mahler, muerte, amor, la exaltación de la naturaleza, el paisaje campestre, la música popular. Inicia con una llamada de la trompeta, el corno toma el relevo, luego los cellos inician una hermosa melodía seguida de los segundos violines y luego las violas.
Una breve introducción del fagot da entrada a los primeros violines, luego los contrabajos, el corno con un nuevo tema, que pasa a los diferentes instrumentos, va recreando el ambiente festivo, de fiesta popular, la vida cobra singular importancia, trombones y trompas devuelven el tema original, hasta llegar a una coda con la interpretación emocionante de los metales, es una conclusión conmovedora.
El maestro José Antonio Molina, en una entrega absoluta, es capaz de ajustar la orquesta a esta gran variedad de temas, marcando cada entrada, su excepcional dirección logra la sincronización total, la belleza del todo musical. Tras bajar la batuta, los intensos aplausos le obligan a una reverencia en agradecimiento, los aplausos se extienden a cada solista, a la orquesta toda que ha alcanzado un nivel superior.
El maestro se retira, pero regresa tras los insistentes aplausos, para de nuevo agradecer. Un cierre de Temporada grandioso, con esta Sinfonía la Orquesta Sinfónica Nacional escribió una página histórica, que permanecerá en la memoria colectiva de los que fuimos testigos de esta noche excepcional.
Hasta la próxima Temporada, aunque en el intermedio disfrutaremos de otros conciertos. Gracias maestro Molina, por su dedicación y entrega.